jueves, 27 de diciembre de 2007

bajo las nubes

Es así, ayer a la madrugada volví de la costa, una masa, estoy algo bronceado y todo, a pesar de que me tocaron solo dos días de sol, no me quejo, para nada.
Con respecto a lo que estaba pintando, una cagada, se me cayó el frasco de escencia de trementina sobre el pie, de pedo no me incineró.
Y bueno, la vida es así, tiene sus altibajos.

martes, 18 de diciembre de 2007

Advertencia estomacal, yá falta poco para llegar al sol

Acabo de tener la loca idea de comenzar a escribir sin motivo, cada tanto una catarsis por el mero hecho de ensalzar al arte no está mal. Hoy comencé a pintar después de cuanto ¿dos años? Pucha como pasa el tiempo cuando no hay inspiración y uno se dedica a otras cosas. ´Me sorprendí a mi mismo descubriendo un cartón de 35x50 con un proyecto tan viejo como abandonado y hoy después del noticiero me descubrí preparando todo para rehacer/redescubrir lo que había olvidado. Casi con piloto automático.

martes, 11 de diciembre de 2007

domingo, 9 de diciembre de 2007

estoy caliente

Escuche que a partir del primero de enero van a subir los precios de los transportes en la artgentina, el aumento está dado con la excusa de que así el gobierno se ahorrará mucho dinero en subsidios. Es decir, los usuarios pagamos más para que el gobierno pague menos y las empresas ganen lo mismo. Hay en este país un problema de distribución de ingresos clarisimo, ¿como se va a solucionar si la gente pierde dinero para que los empresrios no lo hagan? No creo que el gobierno baje los impuestos gracias a este dinero que se ahorra ¿NO?

lunes, 26 de noviembre de 2007

(T)

El Flaco es el avatar de la fuerza suave. Como una marea, se toma su tiempo, pero convierte a la piedra en arena.

jueves, 22 de noviembre de 2007

(!)

Se largó como la concha de la lora, llegue a casa de pedo justo antes de que se largue posta, no es que me joda mojarme en la lluvia, pero tenía ganas de escribir sobre nada.

jueves, 15 de noviembre de 2007

cortito y al pie

menos mal, ayer termine de rendir parciales, ya no daba más. Se me quemó el paty, no me llegaba agua al radiador. Amanecí nublado. El último parcial era de metáforas ¿Se nota?

miércoles, 7 de noviembre de 2007

El Huesped (intro)

Este es un cuento de terror. De esos que de chico uno se hace el poderoso y lo lee solo, de noche y despues de haber terminado se arrepiente.
Bwahahahaha

El Huesped

Disfrazó el sonido del teléfono dentro de sus sueños hasta que no pudo hacerlo mas. El precioso mundo onírico se desvanecía. Hizo una fuerza sobrehumana para quedarse, pero era imposible.
Alicia tanteó en la oscuridad hasta reconocer la forma del aparato telefónico, levantó el auricular y murmuró: - ….…hhhola-
Nadie respondió.
Ya más conciente de sus acciones abrió los ojos y dijo- HOLA- con un tono mas firme.
Se molestó bastante cuando no tuvo respuesta Muy cansada colgó el teléfono y se acomodó en la camacon la idea de seguir durmiendo.
Con la cabeza en la almohada se dejó llevar por sus pensamientos. Se encontró navegando entre mundos. Mitad despierta, mitad dormida…pero algo volvía a sacarla del ensueño. Su calma volvía a ser interrumpida. Saltó en la cama, asustada por el timbre del teléfono que volvía a sonar. Decidida, levantó el auricular y con voz firme dijo: - Hola, ¿Quién és?-
Esta vez tampoco sus palabras fueron respondidas.
Esperó unos segundos mas y cortó.
Volvió a acostarse, sabiendo que esta vez le costaría mucho dormirse, Antes tenía que serenarse un poco. Dio vueltas sobre si misma durante unos minutos hasta convencerse de que no se dormiría tan facilmente. Corrió las sabanas y se sentó en el borde de la cama. Permaneció así un momento mientras decidía que hacer. En la total oscuridad, y sin cambiar de posición, buscó mecanicamente en su mesa de luz. Intentó prender el velador.
-Click-.
No encendió. Probó de nuevo. Nada cambió.
Tanteando buscó su camisón y se lo puso de memoria. Caminó hasta la entrada del cuarto y apretó el interruptor. Las luces de la pieza tampoco funcionaban.
Abrió la puerta de la habitación, estaba tan sumida en el sopor que ni siquiera pudo disfrutar del espectáculo de luces y sombras que brindaban las copas de los arboles a través del ventanal en el fondo del pasillo. La luz de la luna, apenas visible entre las nubes, se escurría a través de las hojas de los arboles. Gracias al movimiento de las ramas parecía que, al proyectarse la luz, todo el pasillo estaba en movimiento. Era un espectáculo que Alicia prefirió dejar de lado. Ese lugar de la casa nunca le había gustado del todo y prefería evitarlo.
Recién cuando hubo llegado a la sala de estar se dió cuenta de lo espesa que era la noche. Muy despacio comenzó a caminar tanteado con los pies y manos antes de dar un solo paso, descubriendo la ubicación de los muebles en vez de chocárselos. Utilizando la memoria logró evitar la mayoría de ellos sin problema, pero aún así no pudo sacarse de encima esa sensación de inseguridad latente
¿…y si hay algo fuera de lugar…? Tardó unos minutos hasta llegar a la cocina, donde buscó el interruptor solo para comprobar que no había energía en toda la casa. Entonces fué a la heladera y abrió la puerta. De su interior sacó una botella de vidrio, con sus dedos sintió el contorno de la botella y las figuras allí labradas. Comenzó a tomar.
El teléfono volvió a sonar y Alicia, sobresaltada, soltó la botella. En esa milésima de segundo pensó que la botella se estrellaría, pero el sonido dijo lo contrario. El timbre del teléfono volvió a sonar, y la encontró dudando entre atender o levantar la botella caída. Se agacho y encontró la botella antes de lo pensaba, estaba a milímetros de sus pies. Estaba de pie y no se había volcado nada.
El teléfono volvió a sonar.
Agarró la botella de vidrio aún fría. Un escalofrio recorrió su frágil cuerpo. Tenía la sensación de que había alguien mas en la habitación. No, eso era una fantasía. Una idea y nada más.
El teléfono volvió a sonar.
Finalmente dejó la botella en la heladera y se encontró levantando el auricular del teléfono, no recordaba haber llegado de la cocina a la sala de estar. Algo confundida puso el auricular sobre su oído otra vez. No dijo nada, solo escuchó.
Alicia palideció..
Escucho por menos de un segundo y colgó velozmente. No podía poner en palabras lo que había escuchadpo. Caos puro. Una mezcla de ruidos que no eran humanos, gritos. El ruido del metal retorciéndose. Carne Roída. Caos puro.
Estaba paralizada. En la oscuridad solo escuchaba los latidos de su corazón, pero en su mente seguía viendo las imágenes que le llegaron por la línea telefónica. No se detenían, estaba atrapada en el presente. Temblorosa dió un paso hacia atrás casi por instinto, queriendo alejarse lo antes posible del aparato. Dió otro, y con las manos se tomó la cabeza intentando apagar esas imágenes. Dio uno mas y se golpeo la pierna contra un mueble. Perdió el equilibrio y sintió que empezaba a caer.
Pero no, estaba de pie.
El teléfono volvió a sonar. Ella, histérica ya, se abalanzó apretando los dientes, gritando para darse coraje. Tomó el aparato y tiró hasta dejarlo en silencio. Desconectado lo lanzó al piso. El teléfono dió unos tumbos antes de perderse en el silencio nocturno.
En la oscuridad absoluta, Alicia observó fijamente hacia donde había caído el aparato. Respiraba fuerte, con los nervios alterados. Permaneció así hasta que sus ojos se aclimataron un poco a la oscuridad. El telefono yacía deshecho contra la pared. Una voz surgió desde esa ruina. Una voz rasposa y anestesiada que la llamaba por su nombre –Estamos llegando...-
Alicia no pensó. Inmediatamente comenzó a correr sin rumbo por las habitaciones oscuras. No importaba donde. Solo importaba alejarse. Chocaba contra los muebles pero no le importaba. Alicia solo quería escapar. Debía huir de su propia casa.
Continuó recorriendo habitación en habitación. La casa parecía no tener fin. Se sentía perseguida. Casi podía escuchar como un par de pies invisibles se le acercaban mas y mas. Como le cortaban el paso. Confundida, mareada, no quería reconocer que estaba perdida en su propia casa. En realidad sabía en que parte estaba, pero no quería admitirlo. Estaba otra vez junto al telefono.
Las lagrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Deseaba estar soñando. Pero desear no cambiaría nada y lo sabía.
El teléfono, aunque desconectado, volvió a sonar.
Rendida, Alicia se apoyó contra una pared, y se dejó caer llorando. Estaba perdida, vencida. Quería que todo terminase pronto.
El teléfono dejó de sonar, pero ella no intentó volver a moverse.
Permanecía en su posición, llorando. El miedo la paralizaba, porque sentía como una mano invisible le acariciaba el pelo.
El teléfono volvió a sonar…

lunes, 5 de noviembre de 2007

Amaneceres disimulados

Cosas parecen cambiar. Ojalá que así sea. Siempre los cambios son buenos. pocos se los bancan como son, espero ser parte de la minoría. Algo se está cocinando. Muchas cosas a la vez.
Hahahaha

martes, 30 de octubre de 2007

Dar las gracias (Un detalle verídico)

Estaba en el aeropuerto esperando el transbordo cuando detrás mío escuché a una chica hablando por celular. Hablaba con quién la había llevado hasta ahí.
No sé las circunstancias en que ese viaje había ocurrido.
No sé si ella solamente quería estar segura de que se note su agradecimiento. No sé si en el fondo él estaba enamorado y ella, sabiéndolo, se aprovechó de la circunstancia, y por eso la culpa la corroía.
No sé si era ella quién amaba en silencio..
Lo que si sé, es que la forma en que dijo “gracias” me conmovió. Nunca escuché una palabra dicha con tanta solidez, sin ningún rasgo de duda. No faltó decir más nada, solo eso, un gracias sentido.

jueves, 18 de octubre de 2007

Cuento Breve

La música los calmaba. Hasta recien se odiaban, pero no podían evitar buscarse con la mirada. A alguien se le escapó una sonrisa. En la vulnerabilidad eran felices.
Hay quienes afirman que amar es exponerse.

martes, 16 de octubre de 2007

Paseos

Confieso que he caminado. Hice muchas veces el mismo camino, y aunque temo que estas palabras puedan sonar patéticas, son la más subjetiva de las verdades. A mi favor digo que, es cuanto más repito el recorrido, cuanto más lo disfruto. Recien despues de varias pasadas puedo sorprenderme de los detalles, de singularidades qué, románticamente creo, permanecen ocultas a los paseantes desinteresados. El haberlo recorrido muchas veces me dá el derecho a descubrir sus secretos. Pero todo esto, si bien no es mentira, tampoco es verdad. Sería una hipocresía no admitir que en realidad lo que más me gusta de caminar, es descubrir distintas formas de recorrer el mismo camino. Así aprendí que caminante y camino se recelan, luego se aprecian y por ultimo seducen. Se sienten, se descubren. Buscan la unión última. El por fin tenerse, fundirse los dos en uno. Regalarse al otro.
Escuché que dentro de cada obra, se encuentra la semilla de otras mucho mejores.
Nunca nada está finalizado, todo es cuestión de tiempo.

sábado, 13 de octubre de 2007

jueves, 4 de octubre de 2007

Excusas de frente

Lo que acabo de publicar es un delirio, uno de los que más me gustan. Todo surgió una vez en que el flaco Scopetta tocaba grátis en el rosedal y, en el mar de gente, perdí de vista a mis amigos.
Este delirio está dedicado a mi amigo Zeta que seguro que lo va a disfrutar un montón.

Saludos

Esa noche tocaba el flaco

Sueño despierto, veo el paraíso, pero algo no está bien.
Hay música en el jardín del Eden. También un laberinto de gente.
Es de noche, la luz es azul. Hay una persecución. La gente que lo forma no aprueba la persecución, está molesta. Cambian su dibujo en rebeldía.
Si el perseguido logra escapar, será libre para siempre. Si sus perseguidores logran atraparlo, todo se volverá rojo, pero el laberinto está cansado, ya no quiere contenerlos., no quiere una persecución dentro suyo.
Entonces la gente se dispersa. Hay calma, la luz es verde. Ya no hay laberinto, la gente está sentada, conversan entre sí. Perseguidos y perseguidores dejaron de serlo.
No quedan victimas ni victimarios. Ríen, comparten buenos momentos.
Todo vuelve a estar tranquilo en el jardín del Eden.

martes, 2 de octubre de 2007

Aló

Hoy tenía ganas de postear el final del visitante, pero en casa no tengo tono, y esteh... tengo internet por telefono, asi que postear es imposible por ahora. una pena. Aparte estuve estudiando como loco para un parcial que dí hoy, y tenía ganas de descargar escribiendo. otra vez será.

martes, 25 de septiembre de 2007

El visitante 6ta noche

6ta noche


Carlos llevaba horas desvelado, el día siguiente partiría. Sería una misión que probablemente le costaría la vida. A pesar de no poder dormirse, sabía que debía hacerlo. Algo en su interior se lo decía. Permaneció así un largo tiempo y cuándo estaba por rendirse y salir a dar una caminata nocturna por el campamento quedó dormido con una sonrisa, como si hubiese percibido el exacto momento en que cruzó la barrera del sueño.

Ante él estaba la torre de Daguera, y casi como un autómata entró y recorrió por si solo los pasillos que lo llevaron directamente a las cámaras superiores. Perecía haber recorrido ese camino un millón de veces. Su semblante no era el mismo de la noche anterior. Algo había cambiado desde su visita a Blathogga.
Finalmente llego a una puerta, detrás se encontraba Daguera. No sintió ningún deseo de dilatar mas su estadía en Bangladesh así que abrió la puerta.
Sentado en un escritorio se encontraba Daguera acompañado por Grimereth, que al ver nuevamente a Carlos no tuvo más remedio que desvanecerse en el aire.
-¿Por qué se fue?- Preguntó carlos ntre la rutina y la extrañeza. Daguera respondió sin mirarlo-Mi esperanza radicaba en que tu volvieras, y llegaste. Y por lo que veo tu no posees más esperanzas. Grimereth ya no tenía motivos para permanecer aquí- Carlos bajó la vista -Es verdad, ya no tengo esperanzas- dijo Carlos Montoya para sí mismo. Daguera no quizo esperar el tiempo-¿La encontraste?- Dijo buscando su mirada. -Lo diré sin rodeos, tu libro fue reclamado por alguien llamado Azar. Todo lo que tenía Bhiryami era una hoja, es lo único que pudo conservar. Su intención no era robarte, ella quería jugar. Pero en cuanto tuvo el libro en sus manos ese Azar entró en acción y todo se complicó. Te ruego que la dejes ir, no era su intención hacerle ningún mal.- Una vez dicho esto, Carlos entregó al mago una hoja que llevaba en su bolsillo. Daguera sonreía, reviso la hoja con con la mirada, con una expresión de asombro, un destello de alegría recorrió el cuerpo del anciano. Parecía un niño maravillado.
Daguera inspeccionó aquel papel hasta que fue interrumpido por la fría voz de Carlos, que estaba visiblemente molesto. -¿Cumplirá entonces con su parte del trato?- Aún asombrado por su tesoro Daguera replicó –¡Ah! La niña, no te preocupes por ella, ya mande a librarla un poco antes de que tu entraras por esa puerta.- Carlos suspiró aliviado, entonces el mago continuó. -Pero ahora tendrás que prometerme algo: Es sobre el poder que ella te ha enseñado a usar, prométeme que te lo reservaras a ti mismo. Júramé que no volverá a ser usado para travesuras- A Carlos ya no le importaba nada de lo que el mago podría decirle
-No hay problema- dijo volviendo la espalda. -Romper ese juramento te costaría la vida sabes- El guerrillero tomó estas palabras más como un consejop que como una amenaza. Aún así los ojos de Carlos se llenaron de lagrimas, luchaba por contener el llanto. Daguera al ver esto le preguntó -¿Qué fue lo que encontraste en Blaathoga que te cambió tanto?-
-Señor, en ese laberinto me vi a mí mismo, y vi mi final.- y con un tono sombrío agregó –Y sé que no puedo hacer nada para cambiarlo- Finalmente Carlos Montoya se marcho de los aposentos del mago Daguera.

En la india, la hija de una acaudalada familia llamada Bhiryami, despertó de un estado de coma al que había caído poco tiempo atrás sin ninguna explicación.

En la selva Colombiana, un miembro de los insurgentes llamado Carlos Montoya, despertó muy descansado y sereno a pesar de haber dormido pocas horas. Sabía que ese día tendría mucho que ganar y nada por perder.

viernes, 21 de septiembre de 2007

extras

La verdad que tengo ganas de terminar de una vez con el visitante para poder postear otras cosas en las que estoy trabajando.

jueves, 20 de septiembre de 2007

5ta noche

5ta noche


Esa noche Carlos Montoya se fue a dormir muy nervioso, estaría embarcado en una nueva misión muy pronto, y sería una muy peligrosa.
- Si no supiera que estás al mando, diría que es una misión suicida- había dicho, el Coronel Anidare, en la entrevista que habían sostenido horas antes. El resto del día, Carlos lo pasó visitando la tumba de su hermano Joaquín, que había caído en un enfrentamiento unos años atrás. Y como siempre, pidió que lo cuidase desde el mas allá.
Pero eso ya no importaba porque, Carlos Montoya sabía en su interior que la ayuda de su hermano no sería suficiente. Era muy probable de que ni él ni su equipo regresasen. Necesitaría poco menos que un milagro
Daba vueltas en su cama, enredándose en las sabanas bañado en sudor, odiando el calor de la selva colombiana, pensando en Rosita, la hija de un de los campesino que vivía en el campamento.
Permaneció así durante quien sabe cuanto tiempo, inmóvil o dando vueltas sobre si mismo. Vagando en su mente, intentando dormir, recordando. Hasta que ya sin esperarlo, quedó dormido.


Carlos se encontró en un desierto brillante, rodeado de arena verde-azulada. Un viento sopló, y delante suyo apareció Grimereth, la llamarada viviente.
-Pensé que no vendrías- dijo Carlos –Después del fiasco que resultó ser ese Daguera-
-Después de que te hayas ido, Daguera y yo continuamos hablando- La voz de Grimereth era muy calma y confidente -Llegamos a un trato- prosiguió -Si logras traerle de regreso el libro que Bhiryami robó, él la dejará libre- Carlos Montoya estaba decidido, se sacrificaría por la niña que no lo había tratado como un mercenario ni un paria, la niña que le había enseñado a jugar. - Solo dime donde queda ese Blaathoga y me ocuparé del resto- -No es tan simple- interrumpió Grimereth – De nada te servirá sacar a Bhiryami de ahí ese lugar encierra las mentes, no los cuerpos.- Carlos se estremeció, pero no llegó a dudar. –Llévame hasta ahí- La llama frente a él rió.-Imposible, yo no puedo entrar a Blaathoga- Antes de que Carlos pueda preguntar el porque de la negativa Grimereth procedió. –Soy un avatar de la esperanza, y ahí eso no existe.-
Con un movimiento de su mano, Grimereth mostró a Carlos un espejo, un paso que lo llevaría hasta su destino.
Carlos comenzó a desconfiar de su compañero. Pensó que todo podía ser una trampa de Daguera o de Cahzzaro. Porque desde que apareció Grimereth a su lado, este lo había guiado de un lugar a otro sin dejarle oportunidad de decidir. Pero ya estaba cansado de todo ese asunto y deseaba ayudar a Bhiryami sin importarle el costo. Entonces respiró profundo, cerró los ojos y pasó a través del espejo.
Escuchó un trueno y de inmediato sintió como un viento frío hacía temblar su cuerpo.
Abrió los ojos y vio desolación. Ruinas, montañas de herrumbre. El cielo era grís y estaba cubierto de nubes, parecía de plomo. Algún eventual relámpago le daba un tono rojizo, que recordaba, lejanamente, a las viceras de un animal, pero aún con vida. Con la sangre aun tibia y los órganos todavía latiendo.
El lugar parecía ser los despojos de una ciudad, sin vida, cubierta por cenizas. Carlos comenzó a caminar por entre los restos. Estaba en la mitad de un terreno desconocido y no sabía a donde ir. Realmente extrañaba la figura de Grimereth a su lado, ahora comprendía las palabras de este cuando dijo que ahí no podía existir la esperanza. Pudo hacer a un lado sus pensamientos y continuó la marcha. Luego de un par de minutos escuchó una voz a sus espaldas que lo llamaba.
-Un vissitante,]kjc[¡tenemoss un vissitante!- Carlos se dio vuelta y vio una silueta que se acercaba hacia él. A medida que la distancia entre ambos se acortaba, Carlos pudo escuchar algo similar al chirrido de una biela sin aceitar que se entrecortaba con los pasos de la criatura. El ser acercandosele era un remiendo de partes humanas y maquinaria. Su cabeza intercalaba partes de piel, hueso y las mas variadas herramientas, siendo muy llamativo el pequeño aparato parecido a un telescopio en miniatura que poseía en lugar del ojo izquierdo, que se movía constantemente adaptándose a la distancia cambiante. Así mismo resultaba repulsivo que le faltase la piel en varas partes de la mandíbula, dejando algunos de sus dientes al descubierto. –Esspera vissitante]kjc[- alcanzó a decir mientras caminaba dificultosamente ayudándose en algo parecído a un báculo, en cuya parte superior contenía varios aparatos. Todo su cuerpo estaba cubierto por harapos y vendas que sin duda taparían otros asquerosos y revulsivos implementos. Aún así lo poco que quedaba al descubierto era simplemente horrible. Su brazo izquierdo constaba de una punta que nacía desde su antebrazo y que llegaba hasta donde estaría su mano, parecía ser una extensión de su hueso.
En lugar de su pie izquierdo poseía una ruedita desvencijada que hacía el ruido que Carlos había escuchado. Y en su pierna derecha la criatura arrastraba una pesadísima bota con una plataforma inmensa y probablemente maciza. Al acercarse esa criatura daba una impresión de patetismo y pena. Apenas podía mantenerse en pie y con mucha dificultad se acercaba pesadamente a Carlos. Este superó rápidamente el estado de alerta inicial y decidió dirigirse a la criatura en evidente desventaja.
La criatura habló –¿Tu eress el vissitante del]kjc[mundo real??, Daguera me habló de]kjc[tu venida a estoss]kjc[paramoss- Carlos notó que la criatura no movía la boca cuando hablaba –Ssé que estas buscando]kjc[el Laberinto de Blaathoga- La voz de la criatura emitía interferencia, un zumbido mecánico. –]kjc[Mi nombre ess]kjc[Barráiss.- e hizo una timida reverencia con el hueso en lugar de su brazo izquierdo. - Daguera me pidió que lo guiara hassta]kjc[el Laberinto-Un cercano relámpago cercano iluminó a Barráis, Carlos entonces comprendió que la voz de la criatura provenía de un parlante pequeño en el báculo que llevaba en su mano, y que este estaba conectado por medio de unos gruesos cables hasta su cráneo. –Ssigame- dijo finalmente. Caminaron un largo tramo, para sorpresa de Carlos, Barráis se movía con mucha velocidad por entre los caminos de herrumbre. Finalmente llegaron a la entrada de un enorme edificio derruido.
-Ahí esstá]kjc[la entrada al Laberinto, no te guíess por el]kjc[exterior, el verdadero Laberinto al que debess]kjc[ir essssubterráneo- Carlos agradeció al ser por su compañía y abrió la puerta. Una corriente de aire húmedo emergió del interior en penumbras.
Carlos Tomó coraje y entró.

Muchas horas permaneció Grimereth esperando a Carlos en un desierto brillante. Por un momento incluso se impacientó, pero ¿Cómo podía la esperanza impacientarse?
Faltaba realmente muy poco para que Carlos despertase, cuando este apareció a través del espejo por donde había partido horas atrás, su semblante había cambiado. Tenía una expresión sombría. Grimereth no pudo permanecer en su presencia y desapreció.

Carlos Montoya despertó temblando, había tenido una pesadilla.

jueves, 13 de septiembre de 2007

..mmm... ya sé ya sé...

No me digan nada, ahorrensé los comentarios incendiarios, hoy tenía que postear otra parte de la historia, pero la verdad es que estoy muy cansado y no laburé para publicar hoy.
Paciencia, para la proxima hay mas lecturas. Ahora a dormir que mañana será otro día.

lunes, 10 de septiembre de 2007

El visitante 4ta noche

4ta noche

Ya caía la noche en la espesa selva Colombiana cuando el insurgente Carlos Montoya prefirió irse a dormir antes de seguir jugando a las cartas con sus compañeros de campamento. No estaba de humor para eso, el día anterior había visto morir a uno de los mejores soldados que la causa había conocido. El resultado de aquella misión había sido exitoso, pero la imagen de su rostro ensangrentado lo turbó. En parte tenía miedo de que esa imagen se repitiese en sus sueños. Al quedar dormido, Carlos se encontró de pie frente a una multitud de personas que desesperadamente intentaban entrar en una enorme torre. Gigantesca, ominosa; de piedra gris, húmeda, perdiéndose en la altura. Los que querían entrar eran miles y no tenían ninguna consideración por los demás.
Sin siquiera dudar Carlos vio a su lado a la azul llamarada viviente, Grimereth, el avatar de la esperanza, que le devolvía la mirada.
-En la cima de esa torre se encuentra la persona que lo va a ayudar- Dijo La llamarada.
-¿Dónde estamos?- preguntó el guerrillero mientras caminaban hacia la torre.
-Esto es Bangladesh, no la Bangladesh de tu mundo, otra más mágica aún. Y nos dirigimos hacia el que nos va a decir donde esta tu amiga- decía Grimereth ya sin mirarlo -¿Y quién es ese?- dudó Carlos,- Se llama Daguera y es el mago personal del Rey...-
La entrada estaba cubierta por dos cancerberos inmensos, pero la sola presencia de Grimereth hizo que estos se apartaran con una reverencia torpe y ridícula.
Una vez dentro Grimereth guió a Carlos Montoya por una serie de complicados giros a través de varios pasillos y finalmente por una escalera que parecía no tener fin. Carlos lo seguía maravillado por el interior del edificio. Decorado con las más finísimas obras de arte que sus ojos jamás vieron, muchas que hasta escapaban al potencial de su imaginación.
Tras subir eternamente por la escalera, llegaron a una puerta, era muy pequeña, tanto que tendrían que agacharse para poder pasar del otro lado.
Con un movimiento de su mano, Grimereth abrió la puerta sin tocarla. Una luz blanquecina inundó la escalera cegando a Carlos. Con los ojos doliéndole, Carlos atravesó el umbral.
Tardó un poco en acostumbrarse al resplandor de la habitación. Era inmensa, llena de estanterías llenas de libros, con mesas cubiertas de los más variados objetos, Carlos pudo reconocer algunos, eran objetos usados por las brujas de los pueblos, pero la mayoría le resultaban desconocidos, aunque sospechaba que tenían la misma utilidad. Pero lo mas importante de la enorme habitación, eran unos imponentes ventanales desde donde podía verse toda la ciudad, que se extendía hasta donde alcanzaba la vista.
Una voz rugió desde los ventanales. -¡Los estaba esperando, y mi respuesta es: No!-
-Ese es Daguera- dijo Grimereth apenas mirando a Carlos -Es raro Daguera, nunca te vi tan molesto – El avatar de la esperanza avanzó hacía una figura que lo esperaba molesto en otra parte de la habitación. -No menciones tiempos pasados, ya sé que vinieron a pedirme que haga, y para que lo sepan, ¡No liberaré a la niña!- El que hablaba era un hombre maduro, pero de edad indefinible, con larga barba blanca, que etéreamente se posaba sobre un ostentoso traje de seda bordada.
Aún maravillado Carlos tomó irónicamente la palabra -¿Este es el que nos ayudaría?
Al escuchar estas palabras Daguera se volvió hacia el ventanal y gritó -¡INSOLENTE!- y con una señal con sus dedos Carlos cayó al piso, victima de una fuerza invisible, su garganta cerrada por una fuerza que no lo dejaba respirar ni moverse.
–Ya es suficiente Daguera- Dijo Grimereth desafiante, pero sin perder la compostura. Carlos sintió como la fuerza disminuía hasta desaparecer. Pero todavía estaba muy débil como para reincorporarse.
-El no sabe nada de tu estatus ni de quien eres- Carlos escuchaba a Grimereth tomar un todo de confianza con el mago.
-Entonces que abra los oídos porque solo lo diré una vez- Daguera miró a Carlos, mientras este tomaba fuerzas para ponerse de pie. Soy el gran mago de la onceava dinastía, Daguera Colosdem, ¡Y no toleraré la insolencia de un visitante cualquiera!- La voz era cavernosa, gutural, quedaba claro, para Carlos, que en ese lugar de nada valía su voluntad ni su espíritu de lucha. Carlos sabía que estaba a merced del mago.
– Y no importa quien lo acompañe- Con esa última frace miro de reojo a Grimereth que simplemente se limitó a sonreír complaciente.
Carlos pudo ponerse finalmente ponerse de pie permaneciendo en silencio, recuperándose poco a poco del ataque de Daguera, insultándolo en su interior.
Grimereth se dirigió al Mago en tono amigable, enredándolo con sus palabras -Pareces muy seguro cuando dices que no nos ayudaras- -Es una decisión tomada- Daguera parecía no querer caer en el plan del Avatar. -¿Entonces si no hay esperanza de recibir tú ayuda, por que es que estoy yo aquí?-Daguera permaneció en silencio, buscando una respuesta en su interior, sin querer admitir su inminente derrota. Finalmente dijo - No voy a darles mi ayuda, solamente por el hecho de que fui yo quien pidió al rey Cahzzaro la captura de la niña- Carlos palideció, en su interior una corriente de ira crecía, pero la experiencia de aquella fuerza atenazando su garganta fue suficiente para que mantuviera la compostura.
Como si hubiera leído su mente, Daguera habló –Veo que el muchacho aprendió modales, es una lastima, me hubiera gustado mostrarle algo mas de mis habilidades- Carlos no escuchó el reto del mago, fue Grimereth el que tomó la palabra –Nunca me hubiera imaginado verte con tanto enojo dentro del alma, debe haber sido muy grave lo que esa niña hizo como para que estés así- La mente del mago pareció perder la batalla contra el Avatar de la esperanza. Daguera luchaba por seguir enojado, por no dejarse llevar por la llama viviente -Esa ladrona, esa pequeña ¡Ladrona...!- Daguera continuó hablándole únicamente a Grimereth, su voz era la de un trueno –Aun no se como lo logró pero pudo pasar a través de mis guardias, entró en mi estudió privado, ahí donde nadie puede entrar- una inhumana luminosidad brillaba en los ojos del mago que parecía cambiar con sus emociones –...Y tomó un objeto, uno de mis libros más preciados- la luminosidad de sus ojos se apagó y volvió a tener el tono cavernoso en su hablar. Su rostro pareció más sombrío que nunca –Por ese crimen no tuve más opción que enviarla al laberinto de Blaathoga...-

Carlos se sorprendido, al escuchar aquel nombre una sensación de frío recorrió su espalda. En ese momento abrió los ojos y descubrió que no veía la habitación del mago sino un precario techo de madera. Había despertado y un instante después olvidó por completo lo que estaba soñando. No le importó, él era un hombre práctico, y no podía darse el lujo de perder el tiempo con cosas tan intrascendentes como soñar.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

3ra noche noticias

No mucho para agregar. Voy subiendo este cuento en capitulos a medida que lo voy releyendo. De a poco se van descubriendo detalles sobre quién es quién y esas cosas.
Enjoy everyone!!!

El visitante 3ra noche

3 ra noche


¡ES UNA EMBOSCADA! Gritó el conductor del jeep al escuchar la primera y certera ronda de metralla que le asestó una bala en el brazo izquierdo. Herido, perdió el control del vehiculo que salió del camino para estrellarse contra un árbol. El segundo jeep aceleró para acercarse a donde se encontraba el primero para rescatar a sus tripulantes, pero se vieron súbitamente abrumados por el fuego cruzado. La resistencia fue breve. Él más experimentado de los integrantes del segundo jeep, de un solo disparo hizo blanco en el rostro de uno de los agresores que se hallaba oculto en la hierba. La respuesta llegó un segundo después cuando una ráfaga de metralla lo acribilló sin darle tiempo siquiera a sentirse orgulloso de su puntería. Su cuerpo cayó dentro del jeep donde sus compañeros estaban precariamente atrincherados. Otro de los tripulantes del vehículo tomó coraje y dio las órdenes para que él y sus compañeros ataquen al unísono. Uno, dos, ¡treeearghhh!... Fue el primero en ponerse de pie, y en cuanto sus agresores vieron que sus intenciones no eran las de entregarse, dispusieron de él como si de una galería de tiro se tratase. Al caer su cuerpo sin vida, los otros ocupantes del jeep decidieron muy rápidamente que lo mejor era rendirse. Sin levantar la cabeza lanzaron sus armas fuera del vehículo y levantaron las manos. ¡Se rinden! Grito una voz desde algún lugar. Los tripulantes del primer jeep aprendieron muy rápidamente la lección del segundo auto y entregaron sus armas sin oponer ninguna resistencia.
Un par de horas de larga caminata y la noche en la selva Colombiana ya era cerrada. A mitad de camino decidieron que era momento de detenerse. A Carlos le tocó dormir primero, así que se preparó un lecho con hojas y algunas ramas y se acostó con la esperanza de dormirse rápido a pesar del calor y los insectos.

Abrió los ojos, en realidad no sabía si los tenía abiertos o cerrados.
Aguzó el oído pero no pudo escuchar nada. Trató de tocarse los ojos para ver si estos estaban abiertos o cerrados, pero no pudo mover la mano, ni siquiera podía sentirla. Intentó sentir otras partes de su cuerpo pero no pudo. Era como si su cuerpo hubiese dejado existir. A pesar de eso no desesperó. Sentía que no estaba solo, había una presencia cerca de el.
-¿Quien es?-
-Puedo ser muchas cosas...- Dijo una voz mágica
Por un momento Carlos Montoya sintió un dejo de miedo, pero se mantuvo sereno, al fin y al cabo, algo en su interior le decía que esa voz no representaba peligro.
-¿Quién es?- Volvió a preguntar
-Ya contesté que puedo ser muchas cosas...- Contestó la voz.
-¡Pues decídete!- Por un momento Carlos deseó que ese misterioso juego en las sombras terminase. En ese momento una luz apareció ante él. No era mayor que la llama de una vela, pero aún así no alcanzaba para ver nada más allá de la luz misma. La luz, aunque pequeña, ocupaba toda su visión, tanto que Carlos no podía, siquiera, verse a sí mismo. La llama tomó un tono azulado.
Sorprendido, Carlos, preguntó -¿Dónde estás?- mientras que dirigía su mirada hacia la llama. Esta pareció cobrar vida y responderle –Justo en frente tuyo-
Carlos afinó aún mas la vista y miró fijamente la llama hasta que le pareció ver en ella una figura remotamente humana. La llama le devolvió la mirada y dijo - ¿Le gustaría saber donde está, verdad?-
Escuchar estas palabras alegró a Carlos porque entendió que eso lo haría realmente feliz. La luz barrió con toda la oscuridad, y fue tanta que Carlos tuvo que cubrirse los ojos con las manos. Carlos podía sentir su cuerpo nuevamente, la luz lo había traído de vuelta.
Estaba en un páramo desierto, una llanura cubierta de neblina. Su vista no podía penetrar en la espesura gris que lo rodeaba. –Lo estaba esperando...- La voz sonó detrás suyo. Carlos se apresuró a darse vuelta, y vio como la llama azulada crecía hasta tener un tamaño similar al suyo, bailando su propio baile de fuego vivo, siguiendo su propio ritmo. Carlos se asombró de ese ser de fuego.
–No ponga esa cara, estoy acá para ayudarlo- La llamarada tomo una forma lejanamente similar a la de un hombre y volvió a hablar. -Me llamó y acá estoy-
-¿Yo?- respondió Carlos muy pobremente, titubeando, y agregó –Ni siquiera sé quien eres- La llamarada pareció sonreír – ¡Ahhh! Parece que voy a tener que explicar todo, no se preocupe buen hombre, no va a llevarnos mucho tiempo. Pero antes conteste esto, ¿Es usted consciente del lugar donde se encuentra?- Carlos titubeo, sus recuerdos anteriores a su aparición en aquel páramo parecían muy lejanos, la emboscada a los jeeps enemigos no era mas que un recuerdo muy lejano y confuso. Permaneció vagando en su mente durante un tiempo hasta que la llamarada volvió a tomar la palabra. –Aunque suene irreal usted está en un sueño- A Carlos en ese momento todo le resultó mucho mas que comprensible – Es una verdadera lástima que en cuanto despierte no podrá recordar la mayoría de lo que ocurra.- Carlos asintió, aún algo confundido por semejante revelación, después de un momento de reflexión preguntó – ¿Entonces cuando se está despierto no puede recordarse mucho de lo soñado y estando dormido no puede recordarse mucho de lo que uno vive estando despierto? –
-Algo así- contestó la llamarada con tono satisfecho.
Carlos estaba emocionado y hasta excitado por su descubrimiento, pero pronto tomó conciencia de algo -¿Pero eso no explica por que dices que yo te llamé?-
-Eso yo no puedo decirlo, intente recordar buen señor-
-¿Recordar que?-
-¿Qué es lo que lo ha motivado a tomar conciencia de que estaba soñando?-
Carlos se tomó su tiempo para pensar su respuesta, temía estar equivocado. En los sueños el tiempo transcurre diferente, podrían haber pasado minutos u horas hasta que Carlos respondió. Decidido. – Hace algunas noches soñé con que una niñita era raptada en mis narices y no pude hacer nada para salvarla-
-¿Y después?- respondió la llamarada -Después presencié su juicio, y no pude ayudarla- Casi interrumpió Carlos -¿Muy bien, y ahora?- Respondió nuevamente la llamarada, como sabiendo de antemano las respuestas de Carlos, pero necesitando que las diga, casi como una formalidad.
-Ahora no sé que le pasó- Dijo Carlos con pena. -¿Y entonces?- La llamarada lo miró complaciente, sabiendo que finalmente llegaba a la respuesta que esperaba oír.
- ¡Entonces me gustaría ayudarla!- esas palabras salieron de lo mas profundo de su mente, desconocidas hasta para él mismo. Se sentía mas liviano, relajado por aceptar esa verdad oculta hasta entonces. -Exacto, para eso estoy yo- Interrumpió nuevamente la llamarada, sin dejar que Carlos llegase a saborear su tan liberador descubrimiento. –
Me presento, mi nombre es Grimereth, y soy el avatar de la esperanza...-

Cuando se disponía a hablar, Carlos despertó sobresaltado mientras que uno de sus compañeros le indicaba que era su turno de hacer guardia.

martes, 4 de septiembre de 2007

Update del Visitante 2da noche

No mucho para agregar al cuento en si, no lo revisé tanto como me gustaría, pero es un cuento algo viejito y prefiero que no se cambie mucho el espiritú original, tiene un nosequé de autenticidad a pesar de estar por debajo de mi ideal de perfección... A veces mi humildad me supera tanto...

Bwahahahaha!!!!!

El visitante 2da noche

2da noche


No le costó demasiado dormirse a Carlos esa noche. Había conseguido un lecho bastante cómodo en una casa del campamento. El sueño no tardó en venir.

-Bien, usted siéntese aquí- Indico un hombre grotescamente flaco y alto señalando una fila de butacas. Estaba vestido con un traje parecido a los que se usaban a principios del 1900. Con cierta brusquedad despachó a Carlos en su asiento y volvió a la entrada del teatro para continuar con su trabajo.
Carlos recién notó donde se encontraba, estaba sentado en un auditorio, que poco a poco, se llenaba de gente cada vez mas extraña. -¿Dónde me metí?- Dijo Carlos. En respuesta a sus palabras solas obtuvo señales de desaprobación. Incluso una señora muy crecida en carnes se acercó a el para pedirle que guardase silencio. Carlos Montoya se acurrucó en el asiento para no llamar más la atención y entonces se dispuso a observar a los que ingresaban al recinto.
Un minuto después un indio cargando una pesada metralla se sentó a su lado casi sin mirarlo. Al cabo de unos segundos de forzoso silencio, Carlos preguntó al indio el porqué de la reunión, lo poco que alcanzó a decir el indio fue que estaban por presenciar un juicio, pero fue rápidamente silenciado por la misma señora gorda que antes había callado a Carlos. Unos segundos después el salón estaba colmado. Las luces se apagaron y un redoble de tambores anunció que se estaban abriendo las cortinas. La bizarra concurrencia estalló en aplausos. Y de lejos pudo Carlos ver a la señora intentando callar a cada uno de los concurrentes. Al margen de esto había algo en el ambiente que hacía que Carlos sintiese que no pertenecía a ese lugar. Unos minutos de bullicio después, todo se había calmado nuevamente.
Un hombrecito de no más de medio metro apareció en medio del escenario vistiendo glamorosas ropas doradas, desplegó un pergamino y lo leyó al público –En esta ocasión ciudadanos, juzgaremos a una bestia cruel y sádica. Se la acusa de repetidas violaciones a la intimidad. Muchas veces logró escapar de las manos de nuestros guardianes. Pero ayer finalmente hemos hecho presa a esta infame criatura- El hombrecito resopló complaciente, y en clara actitud de querer ganarse al publico presente, y miró hacia fuera del escenario. Instantes después dos gruesos encapuchados arrastraron hasta el centro una jaula con una niña dentro. Carlos Montoya reconoció a Bhiryami, se encontraba encadenada y sometida. Un alboroto inundó el recinto. Inclusive la señora que antes intentaba callar a todos ahora se encontraba sobresaltada y vociferando acaloradamente. El indio al lado de Carlos lado permanecía impasible.
Momentos después el hombrecito pidió calma y todos se serenaron relativamente. -Antes de leer la acusación formal, pediré que se representen a las partes... ¿quienes desean acompañarnos a los acusadores?- No hizo falta que terminara la frase para que la totalidad del auditorio se transformara en una turba sedienta de sangre. Pidiendo con gritos y alaridos todo tipo de castigos y suplicios, muchos de los cuales Carlos ni siquiera comprendía.
Hubo tanta euforia y tanto desenfreno que algunos de los espectadores se acercaron al escenario en donde tenían a Bhiryami. Pero fueron detenidos por los fieros guardianes que permanecían ocultos en las sombras. Eran bestias inmensas, y por sobre todo, eran bestias de malicia y capacidades increíbles.
Aquel bullicio duró unos minutos bajo la mirada complaciente del hombrecito que sonreía indiscretamente. Una vez que los ánimos se calmaron este continuó. -Y ahora ¿hay alguien dispuesto a acompañar a la acusada?- y añadió por lo bajo mirando directamente a Carlos, como adivinando su reacción y lo que pasaría, - Mejor que hable ahora, porque se hará justicia aun sin un defensor... Con estas últimas palabras la mirada del hombrecito se cubrió de sombras y dejó ver, por un instante, una sonrisa siniestra.
Solo por un instante Carlos Montoya pensó en quedarse en silencio, recapacitando inmediatamente. Y cuando se disponía a ponerse de pie y ofrecerse a defender a Bhiryami este descubrió que no podía moverse en absoluto. Estaba sudando y temblando, quería hablar, quería salir en defensa de su amiga, pero despertó.

lunes, 27 de agosto de 2007

El visitante

1ra noche


Carlos Montoya se recostó en la improvisada cama hecha con hojas en medio de la selva Colombiana. Apartó su fusil a un lado y cerró los ojos.
Esa noche algo cambió. Era un sueño diferente, estaba con una nena de no más de ocho años. No era un sueño, era real. La chica se reía y no prestaba la más mínima atención a Carlos. Después de unos minutos de juego, al perecer, se aburrió y entonces se dirigió a el. Su nombre era Bhiryami. Le dijo que estaban en un sueño, su sueño, estaban en un sueño compartido. Eran visitantes en ese lugar.
Ella había espiado en los sueños de Carlos, y él ahora tenía el derecho de invertir roles. Ese era el juego que jugarían. Entonces Bhiryami tomó su mano y juntos atravesaron el espejo que los llevaría a los sueños de la niña.

Pudo verla con su vestido del oriente color lila, apoyada sobre los codos en un aljibe, mirando su interior. Riendo a escondidas de lo que veía ahí dentro. Eran muchos personajes los que ahí estaban. Parecía que festejaban algo, bailaban y mostrando sus trajes victorianos. Bhiryami espiaba con malicia aquel baile, disfrutando de descubrir los misterios de la corte desde su punto de observación privilegiado.
Unos minutos después se fue aburrida. Estiró la mano hasta tocar la de Carlos y le dijo que estaba cansada, y que jugarían a otra cosa. Sin soltarlo caminó con rumbo decidido unos metros hasta que su entorno cambió drásticamente, como solo en los sueños ocurre. –Ahora espiemos en el sueño de otro- dijo contenta.
El patio y el aljibe habían desaparecido, estaban ahora en una terraza en una ciudad de rascacielos. Estaba amaneciendo. Bhiryami se sentó en un rincón y se dispuso a observar la pelea que ahí se gestaba. Por un lado cayó del cielo una fusión entre hombre y maquina llamada El Rapaz, y entonces para equilibrar ese poder surgió desde el suelo un ser de aspecto bestial llamado Primal. Ambos comenzaron una batalla de poderes igualmente devastadores. Despeínado y en pijamas, horrorizado y pasivo, el dueño de ese sueño observaba la escena desde un costado. Una nube de humo negro escupida por el Rapaz era contrarrestada por la furia de una tormenta lanzada por los ojos de Primal. Una oleada de fuego era negada por un relámpago, así continuaron. Unos minutos después de empezada la pelea, Bhiryami tomó la mano de Carlos otra vez, y le dijo, con mirada temerosa que debían irse. Carlos no pudo resistirse a su pedido.
Mientras se alejaban, Carlos Montoya sintió a Bhiryami temblar de miedo. Escuchó un estruendo, y una milésima de segundo después, El firmamento se iluminó. Entonces Carlos giró la cabeza y vio como el jinete de un caballo alado disparaba cometas y relámpagos hacia el lugar de la batalla. De los contendientes no quedaron más que cenizas. Bhiryami apuró el paso y Carlos tuvo que volver a mirar adelante para no tropezarse con nada en la carrera.
Corriendo, Bhiryami llevó a Carlos por callejones cubiertos de oro. Pasaron a través de palacios majestuosos y por otros de aspecto blasfemo. A nada de eso, pudo Carlos, prestar demasiada atención, dado que, era la huida lo que importaba. Finalmente sobre un puente colgante, que reposaba sobre una grieta en el suelo se detuvieron. Era imposible que el cuerpo de Carlos haya estado cansado dada la irrealidad del sueño en que se hallaba, y su conciencia de eso, aún así estaba agitado y le costaba respirar. Bhiryami lo miró a los ojos. Tenía una mirada muy seria para su edad. Conteniendo lágrimas le dijo que aquel caballero no era un sirviente de Cahzzaro, el Rey de Bangladesh. Y que ella sospechaba que habían sido descubiertos. Carlos la abrazó y buscó contenerla, le dijo que nada le hiba a pasar, que la cuidaría. Bhiryami hundió su cara en su hombro y lloró.
Con hábil gracia una sombra voló por encima de ellos. Era el jinete y su corcel alado. Los tuvo a su alcance antes de que ellos se dieran cuenta de su presencia. Acercándose a toda velocidad, el caballero pronunció una palabras inaudibles y fue Carlos el que sintió el efecto quedando paralizado en el acto. Bhiryami hizo fuerza para contenerse y enfrentar al caballero, pero este era demasiado veloz, aún para un sueño. Inmediatamente tomo a la niña del brazo y la subió a su montura. El jinete miró a Bhiryami a través de su yelmo plateado y dijo –Querer desafiarme fue tu último crimen-. Después de esto partió con la misma velocidad con que había llegado, fue cuestión de segundos antes de que se perdiera en el horizonte.

Carlos Montoya despertó de su sueño, sobre su cama improvisada en la selva colombiana.

En la India una nena de no más de ocho años llamada Bhiryami, nunca despertó de su sueño. Los médicos no pueden explicar que indujo el coma que la tiene atrapada.

info sobre el visitante

Este cuento lo voy a publicar por partes. Es mi primer intento de escribir por capitulos, asi que voy a aprovechar el lapso entre uno y otro para releer lo que ya tengo escrito.
Relectura, relectura, relectura, es un mantra nuevo que estoy practicando...

jueves, 16 de agosto de 2007

a-noticias

Hola como andan, yo bastante bien, porque para ser sincero nunca pensé que hiba a tener tanta repercución con algunos cuentos. Hubo de todo un poco, adulación, adoración y hasta desprecio, aunque me hubiese gustado algo mas de critica crruel (que resulta desalmadamente constructiva) mal ahí por ustedes mis lectores que no se molestan en decirme que tan mal escribo cuando me todo la libertad de hacerlo. salvo ese detalle todo barbaro, aunque a veces las respuestas fueron tantas que me demoré en leer y contestar todas. paciencia que de a poco todas van a ser contestadas. pasa que como son por mail y no posteos aca en la pagina debo responder de a uno por vez. Mejor, ¿a quien no le gusta el trato personalizado?
Un saludo a todos y para la proxima se viene otro cuento, no tengo decidido todavía cual, pero va a estar bueno, palabra de mago.

lunes, 13 de agosto de 2007

Cara o Seca

Hacía frío esa noche. Unos pocos dirán que en realidad no era una noche fría, que en realidad era la temperatura que estaba algo baja o que ni se sentía. Pero estarían mintiendo, y para que no queden dudas voy a repetirlo.
Hacía frío esa noche, y en ese cementerio había cuatro personas dispuestas a dar un paso importante, uno de esos pasos que no se dan todos los días.
Caminaban en fila, algunos tiritaban. Otros lo ocultaban, y todos luchaban a su modo contra el frío. O quizás contra la noción de saber que era lo que estaban por hacer.
El primero de la fila llevaba en su mano una linterna. Se sentía un poco superior a los demás, Como ya dije era el primero, pero también era el que guiaba al grupo en el laberinto de lapidas. Disimuladamente jugaba un juego que sus compañeros nunca entenderían, marcaba los ritmos de la caminata. Tenía su propio sistema para hacerlo, basado en la cantidad de letras en cada una de las losas donde apuntaba, y si a simple vista eran muchas, aceleraba, y si eran pocas, disminuía. También se divertía haciendo que sus compañeros de viaje levanten la guardia en vano. Esto era muy fácil, con solo apagar la linterna y agacharse un poco, todo el grupo se ponía en guardia.
El segundo estaba seguro de que le había tocado el peor trabajo de todo el grupo. Cargaba sobre su hombro los instrumentos envueltos en una sabana. Nunca antes había pensado que un par de palas y una ganzúa pesaran tanto. Durante esa caminata deseó mas de una vez pedirle a sus compañeros un cambio, pero siempre se convencía de que si lo pedía después, cuando empezara el verdadero trabajo, perdería un muy importante margen de negociación. Haciendo un poco de equilibrio sostuvo con una sola mano su carga y con la boca se desabrochó la manga de la campera, después se arremangó con los dientes y al fin pudo ver su reloj, entendió que habían pasado unos veinte minutos desde que se bajaron del auto y treparon la pared. -¿veinte nada mas?- se dijo a sí mismo. Es que no lo podía creer. Las herramientas pesaban una tonelada, y con cada paso, su cansancio aumentaba.
Era ya la segunda vez que le pedían que se calle al tercero de la fila. No entendían que con los nervios que sentía, era cuestión de tiempo antes de que vuelva a silbar de nuevo. No lo hacía a propósito, pero mirar los dibujos que formaba su aliento en el frío aire lo distraía de su realidad.
El cuarto fumaba, seguro que su esposa le pediría explicaciones por el olor a cigarrillo en el bigote, pero era eso o decirle la verdad. “Un mal menor para no confesar el mal mayor” le pareció una motivación acertada medio atado atrás ¿y por que abandonarla justo ahora? Faltaba poco, podía olerlo en el ambiente, lo sentía todo su cuerpo que temblaba hacía rato. –Que va a ser por el frío, si apenas se siente- Tiró la colilla en la tierra y la pisó. Recién en ese momento se dio cuenta de lo agotado que estaba. Tener cáncer de pulmón y fumar no suelen ser una buena combinación. Respiraba fuerte, casi jadeaba, estaba seguro que dentro de poco le faltaría el aire. –Vamos che, no me aflojes ahora- pensó –era mejor tener que discutir con Olga sobre el cigarro ¿no?- sonrió un poco, tratando de olvidarse por un momento de todo lo que estaría por hacer.
El tercero volvió a silbar, y el primero aprovechó para apagar la linterna y agacharse.
Mientras todos los otros se agachaban también, aprovechaban para insultar al tercero por ser tan estúpido.
-Si nos llegan a agarrar...- Amenazó susurrando el cuarto. El primero empezó a reírse. Los otros tardaron muy poco en darse cuenta de que era un chiste. Unos segundos después, cuando habían retomado la marcha, el segundo le tocó la oreja con la mano. El primero al sentir ese témpano lanzó un quejido, y todos los otros rieron un poco.
Caminaron en silencio un poco mas, cada uno metido en su mundo. Cada uno tratando de minimizar lo que estaban por hacer. O en el mejor de los casos, tomándolo como un juego.
El primero frenó y los demás lo rodearon. –Bueno muchachos, ya llegamos- dijo.
En cuanto escuchó esto el cuarto se dejó caer en la gramilla. El suelo estaba helado. Y podía sentir como el frío le entraba de a poco por el pantalón. Los otros apenas lo miraron mientras se agarraba la cara. Los tres restantes formaron una ronda. Se miraron las caras un rato esperando a que alguien tome la palabra. Fue el segundo el que habló. –Hay dos palas y somos cuatro- El primero sonreía, y agregó- Supongo que eso quiere decir que hay dos que no van a hacer el poso- El tercero, apurado dijo -Yo no tengo problema con eso- Desenrolló la sabana y agarró una de las palas. –Pará, pará- lo frenó el primero. Con una mano lo agarró del brazo –Acá nadie empieza a hacer nada hasta que no digamos quien va a ser el que haga lo ultimo- y señaló la ganzúa. Sonreía, tenía sadismo en la mirada -Yo no sé si voy a poder- dijo el tercero casi interrumpiéndolo. El primero, disfrutaba de esa tensión. –A mí tampoco me gusta la idea, para nada. Pero ya estamos acá- dijo el segundo, y se refregó las manos para sacarse el frío. El cuarto se sacudió la tierra del pantalón. El segundo agregó -Y ninguno de nosotros va a hecharse atrás ahora...- El tercero ya no temblaba por el frío, y el primero lo sabía. Se limpió el sudor con la manga. El cuarto tosió. –No me animo a ser yo el que lo ten...- Empezó a decir el tercero, pero el segundo lo calló. –Alguien va a tener que abrirlo- El tercero bajó la vista y sabía que sus tres compañeros lo estaban mirando fijo. El cuarto volvió a toser y se aclaró la garganta. Todos lo miraron, menos el primero que miraba de reojo al tercero que aprovechó ese momento para limpiarse las lagrimas. El primero sonreía.
-¿Entonces...?- preguntó el cuarto. Se miraron entre ellos. Nadie se animaba a decir lo que era evidente. Todos tenían sus motivos. Miedo, respeto, placer. El tercero ya se había recompuesto. El segundo lo felicitó por eso. El cuarto volvió a preguntar –¿Entonces quien...?- y sin saber por qué miró al primero. Él le devolvió la mirada, y después los miró a los ojos uno a uno. Tomó aire y dijo –Entonces que la suerte decida... –
Todos trataron de no mirarse. No querían avalar con la mirada lo que habían acordado. Pero nadie se atrevía a desistir. El primero sacó una moneda. El segundo lo miró y dijo –Que asi sea entonces- Los otros no dijeron nada. El cuarto levantó la vista y se preparó para lo peor. El tercero Quedo con la cabeza gacha. Miraba el suelo. No se atravía a sentir el peso de las miradas de sus compañeros. El primero le preguntó ¿cara o seca?

Extra Extra, Todd apesta

Bonyour mis querubines.
basicamente este posteo es para justificar el cuento de recién. Nació como un experimento, en parte como un experimento del despecho y en parte como un experimento de cabezadura que soy nomás. Me dije, si Cesar Diaz (que en esa epoca ya no era mi psicologo pero me había invitado a tomar unos mates o cafes, no me acuerdo) publica un libro de cuentos cortos con un estilo muy limpio y pulido, porque yo sigo escribiendo cuentos que parecen malas traducciones de los cuentos que leía en la escuela primaria. y ahí nomás, de puro cabezón escribí Cara O seca, mas para demostrarme que podía escribir distinto a lo que venía haciendo que por inspìración. de hecho eso es raro en mí, porque soy adicto a la inspiración.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Editorial honesta

Hoy no tengo ganas de escribir. Sin ambargo un poco lo voy a hacer. Escribir que no quiero hacerlo, que paradoja tan desganada.







Sigan sintonizando.

viernes, 3 de agosto de 2007

Más noticias

Una gran editorial: Acabo de subir otro cuento. Este es otro de los que mas me gustan.
Si sigo subiendo cuentos viejos me voy a quedar sin artillería pronto, es decir, tengo varios cuentos escritos, pero no todos con un nivel minimamente digno.
Por suerte este cuento no está taaaan mal. Es un homenaje ( o choreo, pero prefiero decir homenaje) a un cuento de un gran escritor argentino. A ver quien se dá cuenta.
Lo bueno que tiene esto del blog es que estoy obligado a escribir cada tanto, eso sirve para la inercia, para escribir cosas nuevas.
Sin mas preludios... a leer el post anterior que es el cuento, Los inocentes. y gracias por sintonizar!

Los inocentes

A ese señor todo el mundo le decía viejo, pero cuando estaban con el nadie le decía así. Todos lo llamaban Jorge, la primera vez de todas que le fui a hablar yo también le dije viejo y se rió de una forma rara. Mas tarde esa noche cuando volvíamos a casa, mi papá me sacudió el brazo y dijo que no vuelva a llamarlo así nunca más, que el respeto era demasiado importante como para perderlo tan facil.
Todos los jueves que mi papá se juntaba con sus amigos y me llevaba a mi, siempre terminaba acercándome a hablarle a Jorge que siempre estaba sentado solo en el fondo. Y todas las veces cuando volvíamos mi papá me decía que era mejor no hablarle, que le gustaba estar solo. Pero siempre que yo iba, Jorge me recibía bien. Nunca me pidió que lo dejara solo, así que yo seguía yendo a hablarle.
Me acuerdo de una tarde en que volvíamos del cine, pasamos por la puerta del bar y lo vi a Jorge ahí sentado. Cuando se lo conté a uno de los amigos de mi papá, me hizo un gesto para que baje la voz y me contó que el viejo iba todos los días al bar, entonces yo dije que como nunca faltaba había que apodarlo Sarmiento en lugar de viejo. Pero a nadie le causó gracia y yo solo me reí un poco porque todos bajaron la mirada y se hizo un silencio feo.
Pero nunca me voy a olvidar del viejo Jorge, sobretodo de la última vez que lo vi. Me acuerdo que le pregunté porque estaba siempre tan solitario y no se juntaba con la banda de amigos de mi papá. Parecía tan triste. Entonces me dijo algo que no entendí. Algo así como que esperaba que yo nunca supiera lo que se sentía tomar otra vida. Pero cuando le pregunte a mi papá que quería decir eso él cambió de tema, y cuando volvíamos a casa me hizo jurarle que nunca más volviera a hablar con el viejo.
Después de eso las reuniones de los jueves las empezaron a hacer en otros lugares, y cada tanto, cuando pasaba por la cuadra donde estaba el bar me agarraba curiosidad y me asomaba por la ventana para ver si veía al Turco, que es como le decían al mozo, y a veces él me veía y me saludaba. Pero cuando miraba al fondo el viejo Jorge ya no estaba, y nunca mas lo volví a ver. Un tiempo después un día entré al bar porque el Turco me dijo que me regalaba una factura que yo eligiera. Y ahí adentro le pregunté por Jorge, y el Turco la miró a mi mamá, y escuché que ella le decía algo por lo bajo, y él entonces me dijo que el viejo se había mudado a otro país porque tenía muchas deudas. Y no me sorprende porque unos días después de que me hubiera dicho eso, ví a un montón de policías y bomberos en la puerta de la casa donde vivía el viejo. Todos tenían caras muy serias y una señora le decía al comisario que la noche anterior había escuchado un ruido como de un disparo y que el viejo no era el mismo desde que había vuelto de la guerra.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Noticias

Editorial:
Gracias a todas las personas que postearon. Flavia, gracias por pegarte una vuelta desde la lejana Europia, nunca me imagine que vos serías la primer persona en responder, vivan las sorpresas.
Calvetus, siempre es un honor, sobre todo porque te veo cada tres días masomenos, no quisiera tyomar esto como una devolución de favores, pero bueh, de ultima si lo es todo bien, sigamos devolviendonos favores que está copado.
Por otra parte, me sorprendió muuucho la crítica literaria que hizo el Brunete, simplemente sorprendente, casi me haces dudar men, no se si realmente sabes tanto de critica literaria o si estas mandando fruta. En cualquiera de las dos circunstancias mostraste una faceta que, si bien se insinuaba, permanecía ocult, Aguenate el costado de critico literario de Bruno!!.
Salud:
¿De casualidad alguien sabe como hacer bajar la acidez?
Interés general:
no se si hoy o mañana termina el cuarto de luna llena, asi que no es recomendable cortarse el pelo hasta dentro de un tiempo.
Sociales:
Creo que GHfamosos lo ganó Lissa, la chica de Rastas con nombre de dibujito animado.

gracias y sigan participando!!

lunes, 30 de julio de 2007

Detrás de las mascaras

Tengo frío. Es el frío que siento cada vez que sé que estoy por hacer algo malo.
Aunque decir eso sería adelantar el único final posible. Por otro lado, jugar con el poder es una idea interesante. Dejemos que las ideas, desde su libertad indiscutible, sean su propio límite. Que tomen conciencia de su libertad. Que esa libertad sea su condena, y que incluso así la defiendan.


Walthaas se vio dentro de un bar. No había nada raro en eso, salvo que no sabía como había llegado hasta ahí. Era un lugar cálido y algo estático. Desde algún lugar, perdido en las luces bajas un pianista ayudaba a crear el clima íntimo.
Hacía tiempo que el escritor hacía gala de su profesión sentado en una mesa oscura y alejada. Parecía ajeno a todo el mundo, perdido en el curso de su inspiración.
Walthaas se le acercó -Hola- dijo, tratando de sonreírle, pero pronto se dio cuenta de que no era más que un estorbo para el escritor. Muy rápidamente entendió que había empezado con el pié izquierdo. Ya no había vuelta atrás.
Walthaas apenas pudo tratar de mascullar alguna pregunta para caerle bien al escritor, pero en lugar de eso, le preguntó si era él quien estaba escribiendo eso. Y si eran Walthaas y toda la situación apenas creaciones dentro de su obra. No podía creer lo que decía, no pudo detenerse, terminando la pregunta aún en contra de su voluntad. Extrañado aún por la pregunta que acababa de formular, Walthaas se sorprendió todavía más por la respuesta que recibió.
Apenas desviando la vista de su cuaderno, el escritor le contestó que en realidad él no estaba escribiendo eso. Que de haberlo sido, ambos y todo lo que los rodeaba tendrían que haber dejado de existir en el momento en él que había dejado de escribir. Le dijo que de hecho pensaba en que en realidad era Walthaas quien estaba detrás todo.
Algo se agitó dentro de Walthaas, negó de plano esa conjetura llenándose de miedo. El escritor notó el temblor que recorría el cuerpo de Walthaas y que este creía ocultar.
-Yo también se que todo esto no tiene sentido. Perdí la noción del tiempo que hace que estoy sentado escribiendo. Que hayas llegado sin motivo a preguntar cosas fuera de tu imaginación no me sorprende. De hecho no creo que nada vuelva a hacerlo.-
El escritor volvió a mirar su cuaderno por unos segundos. Walthaas permaneció en silencio.
El escritor volvió a conjeturar mirando a la nada. Esta vez, poseía más piezas de ese rompecabezas.
-Si no soy yo quien describe esta situación, y tampoco sos vos el culpable de esta continuidad. Ya que de serlo tendríamos que haber dejado de existir igual. ¿Acabas de negar la posibilidad de serlo, verdad?- El escritor no esperó respuesta de Walthaas para continuar. – ¡Porque no existe ninguna creación que sobreviva mucho luego de ser negada por su creador!-
El escritor prendió dos cigarrillos y le dio uno a Walthaas.
-Entonces el verdadero escritor de este cuento debe ser otro. Es a la imaginación de un tercero a la que debemos esta, esta charla, y sus consecuencias.- Finalmente el escritor se reclinó en el respaldo de su silla. Parecía haberse serenado.
Walthaas permaneció en silencio. Estaba anonadado por su propia pregunta involuntaria. Por la respuesta que recibió. Por todo lo que no parecía tener sentido y sin embargo nada le resultaba extraño.
-Contame algo de tu pasado- interrumpió el silencio el escritor. Walthaas lo miró, parecía no entender lo que el escritor se proponía. -¿Imposible? Yo tampoco tengo recuerdos, nada antes de llegar a este bar.- Era verdad, Walthaas no podía recordar nada concreto de antes de su llegada. El escritor tenía razón.
El escritor observó durante un momento a Walthaas, y al ver que este no respondería, volvió a dejar que su inspiración lo guíe en la escritura. Seguiría escribiendo durante horas, días, o lo que fuese necesario.
Victima de esa abrumadora ráfaga de realidad, Walthaas sintió nauseas. Estaba de pie, mareado, sin entender y con la sensación de que así era mejor. Cuando volvió en sí, reconoció la cantina donde había estado todo el tiempo. Sentado en frente suyo, estaba el escritor, curvado sobre la oscura mesa, haciendo gala de su oficio sin que nada lo distraiga. –Walthaas tocó su hombro y habló casi en susurros. -¿Porqué me decís todo esto? ¿Como...? ya no tenía la voz para seguir hablando.
El escritor no lo miró. Simplemente señaló su cuaderno y dijo: – ¿Que como sé que esto es un cuento y que nosotros somos los personajes? Porque yo también soy un escritor.-
Walthaas no intentaba seguir siendo un estorbo para el escritor. Se despidió sin esperar la respuesta.
Caminando por la calle, fue asaltado por los pensamientos, fueron una recapitulación de lo que acababa de vivir.
El escritor parecía estar en lo correcto, ninguno de los dos podría estar creando esa situación.
Aunque por otro lado, le parecía sospechoso el escritor, parecía saber demasiado.


Parecen querer saber el secreto. Aunque también parecen obligados por las circunstancias a no tener otra posibilidad. Arañan la verdad. Los dedos les sangran. No parece importarles el dolor.
¿Estarán dispuestos a pagar el preció?
No es que tengan otra opción.
Una vez perdida la inocencia, ya no hay forma de recuperarla.


El escritor, sus hojas inspiradas, Walthaas, sus aparentes sinsentidos, el bar, el tácito pasado y toda la continuidad. Dejaron de existir.


¿Y qué? Es una gota de sadismo, nada más. Solo sufren los personajes que inventé en mi cabeza. Tengo el poder y la voluntad. De hecho, es en mi cabeza donde todo esto tiene lugar. Estoy jugando con mis ideas. Nada más.
Buscaron la verdad, sería cruel que no la encontraran.
Cruel.
Me siento cruel por romper esta mentira piadosa.


Desde que el escritor mantuvo con un extraño la que sería su última charla, sus pensamientos solo lo llevaron a escribir sobre la crueldad. Sabía que no había forma de recuperar la inocencia perdida.
Filosofando, minutos atrás, había perdido su inocencia. No dependía de ellos la creación de ese cuento que eran sus vidas. Estaban a la merced de un tercero.
Había perdido la inocencia de creerse libre. Era un personaje en un cuento. Había resultado victima de lo que tantas veces había hecho. Pidió perdón por saberse culpable.

Walthaas, en el último instante de su vida, mientras veía como todo el universo desaparecía, tuvo tiempo para pensar en una ultima cosa.
Sus dudas no habían tenido fundamento. Momentos atrás, el escritor había tenido razón. Nada era real, solo existían en la mente de otro.
Walthaas, su universo y su continuidad no eran nada.
Una idea descartada.
No se sentía equivocado en verse como victima. Aunque su creador jamás hubiese podido darse cuenta de que esa idea tenía vida.
Vencido, por los hechos irrefutables. Abatido por ser algo tan efímero.
Resignación.
¿Que otra cosa podría sentir?
Calma.
Cerró los ojos. Esperó a que el olvido lo acaricie de una vez.


Otra vez siento ese frío. A pesar de que ahora lo reconozco mejor. No es frío. Acabo de ser cruel y no me arrepiento de disfrutarlo. No es frío lo que me llena, son oleadas de adrenalina.
Es hermoso.
La emoción de lo prohibido es increíble.


Mientras que la nada se le volvía todo, el escritor alcanzó a cerrar su cuaderno por última vez.
Sonriendo por lo que creía una ironía, pensó en lo último que había escrito:


-FIN...-

Noticias

Editorial: Me encanta la luna llena como la de hoy.
Clima: por donde vivo hace mas frío que en capital, no es joda.
Lo que se viene: Adjunto un cuento, es de lo que mas me gusta de mi producción. ahora todos tienen chances de decir que tienen un amigo escritor...
Horoscopo: Ojo con Paco el caco.

domingo, 29 de julio de 2007

dos al hilo...

Hoy lo abrí, ya tengo dos posts... soy un groso.
No me siento muy bien de la panza, medio lborotaas siento las tripas.
mañana será otro día.

uno, dos, probando, probando

se inicia esta experiencia loca loca.
Vere con el tiempo si funciona o no. Mi idea es obligarme a escribir por lo menos dos veces por semana.
Ya se verá si funciona o no.