lunes, 27 de agosto de 2007

El visitante

1ra noche


Carlos Montoya se recostó en la improvisada cama hecha con hojas en medio de la selva Colombiana. Apartó su fusil a un lado y cerró los ojos.
Esa noche algo cambió. Era un sueño diferente, estaba con una nena de no más de ocho años. No era un sueño, era real. La chica se reía y no prestaba la más mínima atención a Carlos. Después de unos minutos de juego, al perecer, se aburrió y entonces se dirigió a el. Su nombre era Bhiryami. Le dijo que estaban en un sueño, su sueño, estaban en un sueño compartido. Eran visitantes en ese lugar.
Ella había espiado en los sueños de Carlos, y él ahora tenía el derecho de invertir roles. Ese era el juego que jugarían. Entonces Bhiryami tomó su mano y juntos atravesaron el espejo que los llevaría a los sueños de la niña.

Pudo verla con su vestido del oriente color lila, apoyada sobre los codos en un aljibe, mirando su interior. Riendo a escondidas de lo que veía ahí dentro. Eran muchos personajes los que ahí estaban. Parecía que festejaban algo, bailaban y mostrando sus trajes victorianos. Bhiryami espiaba con malicia aquel baile, disfrutando de descubrir los misterios de la corte desde su punto de observación privilegiado.
Unos minutos después se fue aburrida. Estiró la mano hasta tocar la de Carlos y le dijo que estaba cansada, y que jugarían a otra cosa. Sin soltarlo caminó con rumbo decidido unos metros hasta que su entorno cambió drásticamente, como solo en los sueños ocurre. –Ahora espiemos en el sueño de otro- dijo contenta.
El patio y el aljibe habían desaparecido, estaban ahora en una terraza en una ciudad de rascacielos. Estaba amaneciendo. Bhiryami se sentó en un rincón y se dispuso a observar la pelea que ahí se gestaba. Por un lado cayó del cielo una fusión entre hombre y maquina llamada El Rapaz, y entonces para equilibrar ese poder surgió desde el suelo un ser de aspecto bestial llamado Primal. Ambos comenzaron una batalla de poderes igualmente devastadores. Despeínado y en pijamas, horrorizado y pasivo, el dueño de ese sueño observaba la escena desde un costado. Una nube de humo negro escupida por el Rapaz era contrarrestada por la furia de una tormenta lanzada por los ojos de Primal. Una oleada de fuego era negada por un relámpago, así continuaron. Unos minutos después de empezada la pelea, Bhiryami tomó la mano de Carlos otra vez, y le dijo, con mirada temerosa que debían irse. Carlos no pudo resistirse a su pedido.
Mientras se alejaban, Carlos Montoya sintió a Bhiryami temblar de miedo. Escuchó un estruendo, y una milésima de segundo después, El firmamento se iluminó. Entonces Carlos giró la cabeza y vio como el jinete de un caballo alado disparaba cometas y relámpagos hacia el lugar de la batalla. De los contendientes no quedaron más que cenizas. Bhiryami apuró el paso y Carlos tuvo que volver a mirar adelante para no tropezarse con nada en la carrera.
Corriendo, Bhiryami llevó a Carlos por callejones cubiertos de oro. Pasaron a través de palacios majestuosos y por otros de aspecto blasfemo. A nada de eso, pudo Carlos, prestar demasiada atención, dado que, era la huida lo que importaba. Finalmente sobre un puente colgante, que reposaba sobre una grieta en el suelo se detuvieron. Era imposible que el cuerpo de Carlos haya estado cansado dada la irrealidad del sueño en que se hallaba, y su conciencia de eso, aún así estaba agitado y le costaba respirar. Bhiryami lo miró a los ojos. Tenía una mirada muy seria para su edad. Conteniendo lágrimas le dijo que aquel caballero no era un sirviente de Cahzzaro, el Rey de Bangladesh. Y que ella sospechaba que habían sido descubiertos. Carlos la abrazó y buscó contenerla, le dijo que nada le hiba a pasar, que la cuidaría. Bhiryami hundió su cara en su hombro y lloró.
Con hábil gracia una sombra voló por encima de ellos. Era el jinete y su corcel alado. Los tuvo a su alcance antes de que ellos se dieran cuenta de su presencia. Acercándose a toda velocidad, el caballero pronunció una palabras inaudibles y fue Carlos el que sintió el efecto quedando paralizado en el acto. Bhiryami hizo fuerza para contenerse y enfrentar al caballero, pero este era demasiado veloz, aún para un sueño. Inmediatamente tomo a la niña del brazo y la subió a su montura. El jinete miró a Bhiryami a través de su yelmo plateado y dijo –Querer desafiarme fue tu último crimen-. Después de esto partió con la misma velocidad con que había llegado, fue cuestión de segundos antes de que se perdiera en el horizonte.

Carlos Montoya despertó de su sueño, sobre su cama improvisada en la selva colombiana.

En la India una nena de no más de ocho años llamada Bhiryami, nunca despertó de su sueño. Los médicos no pueden explicar que indujo el coma que la tiene atrapada.

info sobre el visitante

Este cuento lo voy a publicar por partes. Es mi primer intento de escribir por capitulos, asi que voy a aprovechar el lapso entre uno y otro para releer lo que ya tengo escrito.
Relectura, relectura, relectura, es un mantra nuevo que estoy practicando...

jueves, 16 de agosto de 2007

a-noticias

Hola como andan, yo bastante bien, porque para ser sincero nunca pensé que hiba a tener tanta repercución con algunos cuentos. Hubo de todo un poco, adulación, adoración y hasta desprecio, aunque me hubiese gustado algo mas de critica crruel (que resulta desalmadamente constructiva) mal ahí por ustedes mis lectores que no se molestan en decirme que tan mal escribo cuando me todo la libertad de hacerlo. salvo ese detalle todo barbaro, aunque a veces las respuestas fueron tantas que me demoré en leer y contestar todas. paciencia que de a poco todas van a ser contestadas. pasa que como son por mail y no posteos aca en la pagina debo responder de a uno por vez. Mejor, ¿a quien no le gusta el trato personalizado?
Un saludo a todos y para la proxima se viene otro cuento, no tengo decidido todavía cual, pero va a estar bueno, palabra de mago.

lunes, 13 de agosto de 2007

Cara o Seca

Hacía frío esa noche. Unos pocos dirán que en realidad no era una noche fría, que en realidad era la temperatura que estaba algo baja o que ni se sentía. Pero estarían mintiendo, y para que no queden dudas voy a repetirlo.
Hacía frío esa noche, y en ese cementerio había cuatro personas dispuestas a dar un paso importante, uno de esos pasos que no se dan todos los días.
Caminaban en fila, algunos tiritaban. Otros lo ocultaban, y todos luchaban a su modo contra el frío. O quizás contra la noción de saber que era lo que estaban por hacer.
El primero de la fila llevaba en su mano una linterna. Se sentía un poco superior a los demás, Como ya dije era el primero, pero también era el que guiaba al grupo en el laberinto de lapidas. Disimuladamente jugaba un juego que sus compañeros nunca entenderían, marcaba los ritmos de la caminata. Tenía su propio sistema para hacerlo, basado en la cantidad de letras en cada una de las losas donde apuntaba, y si a simple vista eran muchas, aceleraba, y si eran pocas, disminuía. También se divertía haciendo que sus compañeros de viaje levanten la guardia en vano. Esto era muy fácil, con solo apagar la linterna y agacharse un poco, todo el grupo se ponía en guardia.
El segundo estaba seguro de que le había tocado el peor trabajo de todo el grupo. Cargaba sobre su hombro los instrumentos envueltos en una sabana. Nunca antes había pensado que un par de palas y una ganzúa pesaran tanto. Durante esa caminata deseó mas de una vez pedirle a sus compañeros un cambio, pero siempre se convencía de que si lo pedía después, cuando empezara el verdadero trabajo, perdería un muy importante margen de negociación. Haciendo un poco de equilibrio sostuvo con una sola mano su carga y con la boca se desabrochó la manga de la campera, después se arremangó con los dientes y al fin pudo ver su reloj, entendió que habían pasado unos veinte minutos desde que se bajaron del auto y treparon la pared. -¿veinte nada mas?- se dijo a sí mismo. Es que no lo podía creer. Las herramientas pesaban una tonelada, y con cada paso, su cansancio aumentaba.
Era ya la segunda vez que le pedían que se calle al tercero de la fila. No entendían que con los nervios que sentía, era cuestión de tiempo antes de que vuelva a silbar de nuevo. No lo hacía a propósito, pero mirar los dibujos que formaba su aliento en el frío aire lo distraía de su realidad.
El cuarto fumaba, seguro que su esposa le pediría explicaciones por el olor a cigarrillo en el bigote, pero era eso o decirle la verdad. “Un mal menor para no confesar el mal mayor” le pareció una motivación acertada medio atado atrás ¿y por que abandonarla justo ahora? Faltaba poco, podía olerlo en el ambiente, lo sentía todo su cuerpo que temblaba hacía rato. –Que va a ser por el frío, si apenas se siente- Tiró la colilla en la tierra y la pisó. Recién en ese momento se dio cuenta de lo agotado que estaba. Tener cáncer de pulmón y fumar no suelen ser una buena combinación. Respiraba fuerte, casi jadeaba, estaba seguro que dentro de poco le faltaría el aire. –Vamos che, no me aflojes ahora- pensó –era mejor tener que discutir con Olga sobre el cigarro ¿no?- sonrió un poco, tratando de olvidarse por un momento de todo lo que estaría por hacer.
El tercero volvió a silbar, y el primero aprovechó para apagar la linterna y agacharse.
Mientras todos los otros se agachaban también, aprovechaban para insultar al tercero por ser tan estúpido.
-Si nos llegan a agarrar...- Amenazó susurrando el cuarto. El primero empezó a reírse. Los otros tardaron muy poco en darse cuenta de que era un chiste. Unos segundos después, cuando habían retomado la marcha, el segundo le tocó la oreja con la mano. El primero al sentir ese témpano lanzó un quejido, y todos los otros rieron un poco.
Caminaron en silencio un poco mas, cada uno metido en su mundo. Cada uno tratando de minimizar lo que estaban por hacer. O en el mejor de los casos, tomándolo como un juego.
El primero frenó y los demás lo rodearon. –Bueno muchachos, ya llegamos- dijo.
En cuanto escuchó esto el cuarto se dejó caer en la gramilla. El suelo estaba helado. Y podía sentir como el frío le entraba de a poco por el pantalón. Los otros apenas lo miraron mientras se agarraba la cara. Los tres restantes formaron una ronda. Se miraron las caras un rato esperando a que alguien tome la palabra. Fue el segundo el que habló. –Hay dos palas y somos cuatro- El primero sonreía, y agregó- Supongo que eso quiere decir que hay dos que no van a hacer el poso- El tercero, apurado dijo -Yo no tengo problema con eso- Desenrolló la sabana y agarró una de las palas. –Pará, pará- lo frenó el primero. Con una mano lo agarró del brazo –Acá nadie empieza a hacer nada hasta que no digamos quien va a ser el que haga lo ultimo- y señaló la ganzúa. Sonreía, tenía sadismo en la mirada -Yo no sé si voy a poder- dijo el tercero casi interrumpiéndolo. El primero, disfrutaba de esa tensión. –A mí tampoco me gusta la idea, para nada. Pero ya estamos acá- dijo el segundo, y se refregó las manos para sacarse el frío. El cuarto se sacudió la tierra del pantalón. El segundo agregó -Y ninguno de nosotros va a hecharse atrás ahora...- El tercero ya no temblaba por el frío, y el primero lo sabía. Se limpió el sudor con la manga. El cuarto tosió. –No me animo a ser yo el que lo ten...- Empezó a decir el tercero, pero el segundo lo calló. –Alguien va a tener que abrirlo- El tercero bajó la vista y sabía que sus tres compañeros lo estaban mirando fijo. El cuarto volvió a toser y se aclaró la garganta. Todos lo miraron, menos el primero que miraba de reojo al tercero que aprovechó ese momento para limpiarse las lagrimas. El primero sonreía.
-¿Entonces...?- preguntó el cuarto. Se miraron entre ellos. Nadie se animaba a decir lo que era evidente. Todos tenían sus motivos. Miedo, respeto, placer. El tercero ya se había recompuesto. El segundo lo felicitó por eso. El cuarto volvió a preguntar –¿Entonces quien...?- y sin saber por qué miró al primero. Él le devolvió la mirada, y después los miró a los ojos uno a uno. Tomó aire y dijo –Entonces que la suerte decida... –
Todos trataron de no mirarse. No querían avalar con la mirada lo que habían acordado. Pero nadie se atrevía a desistir. El primero sacó una moneda. El segundo lo miró y dijo –Que asi sea entonces- Los otros no dijeron nada. El cuarto levantó la vista y se preparó para lo peor. El tercero Quedo con la cabeza gacha. Miraba el suelo. No se atravía a sentir el peso de las miradas de sus compañeros. El primero le preguntó ¿cara o seca?

Extra Extra, Todd apesta

Bonyour mis querubines.
basicamente este posteo es para justificar el cuento de recién. Nació como un experimento, en parte como un experimento del despecho y en parte como un experimento de cabezadura que soy nomás. Me dije, si Cesar Diaz (que en esa epoca ya no era mi psicologo pero me había invitado a tomar unos mates o cafes, no me acuerdo) publica un libro de cuentos cortos con un estilo muy limpio y pulido, porque yo sigo escribiendo cuentos que parecen malas traducciones de los cuentos que leía en la escuela primaria. y ahí nomás, de puro cabezón escribí Cara O seca, mas para demostrarme que podía escribir distinto a lo que venía haciendo que por inspìración. de hecho eso es raro en mí, porque soy adicto a la inspiración.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Editorial honesta

Hoy no tengo ganas de escribir. Sin ambargo un poco lo voy a hacer. Escribir que no quiero hacerlo, que paradoja tan desganada.







Sigan sintonizando.

viernes, 3 de agosto de 2007

Más noticias

Una gran editorial: Acabo de subir otro cuento. Este es otro de los que mas me gustan.
Si sigo subiendo cuentos viejos me voy a quedar sin artillería pronto, es decir, tengo varios cuentos escritos, pero no todos con un nivel minimamente digno.
Por suerte este cuento no está taaaan mal. Es un homenaje ( o choreo, pero prefiero decir homenaje) a un cuento de un gran escritor argentino. A ver quien se dá cuenta.
Lo bueno que tiene esto del blog es que estoy obligado a escribir cada tanto, eso sirve para la inercia, para escribir cosas nuevas.
Sin mas preludios... a leer el post anterior que es el cuento, Los inocentes. y gracias por sintonizar!

Los inocentes

A ese señor todo el mundo le decía viejo, pero cuando estaban con el nadie le decía así. Todos lo llamaban Jorge, la primera vez de todas que le fui a hablar yo también le dije viejo y se rió de una forma rara. Mas tarde esa noche cuando volvíamos a casa, mi papá me sacudió el brazo y dijo que no vuelva a llamarlo así nunca más, que el respeto era demasiado importante como para perderlo tan facil.
Todos los jueves que mi papá se juntaba con sus amigos y me llevaba a mi, siempre terminaba acercándome a hablarle a Jorge que siempre estaba sentado solo en el fondo. Y todas las veces cuando volvíamos mi papá me decía que era mejor no hablarle, que le gustaba estar solo. Pero siempre que yo iba, Jorge me recibía bien. Nunca me pidió que lo dejara solo, así que yo seguía yendo a hablarle.
Me acuerdo de una tarde en que volvíamos del cine, pasamos por la puerta del bar y lo vi a Jorge ahí sentado. Cuando se lo conté a uno de los amigos de mi papá, me hizo un gesto para que baje la voz y me contó que el viejo iba todos los días al bar, entonces yo dije que como nunca faltaba había que apodarlo Sarmiento en lugar de viejo. Pero a nadie le causó gracia y yo solo me reí un poco porque todos bajaron la mirada y se hizo un silencio feo.
Pero nunca me voy a olvidar del viejo Jorge, sobretodo de la última vez que lo vi. Me acuerdo que le pregunté porque estaba siempre tan solitario y no se juntaba con la banda de amigos de mi papá. Parecía tan triste. Entonces me dijo algo que no entendí. Algo así como que esperaba que yo nunca supiera lo que se sentía tomar otra vida. Pero cuando le pregunte a mi papá que quería decir eso él cambió de tema, y cuando volvíamos a casa me hizo jurarle que nunca más volviera a hablar con el viejo.
Después de eso las reuniones de los jueves las empezaron a hacer en otros lugares, y cada tanto, cuando pasaba por la cuadra donde estaba el bar me agarraba curiosidad y me asomaba por la ventana para ver si veía al Turco, que es como le decían al mozo, y a veces él me veía y me saludaba. Pero cuando miraba al fondo el viejo Jorge ya no estaba, y nunca mas lo volví a ver. Un tiempo después un día entré al bar porque el Turco me dijo que me regalaba una factura que yo eligiera. Y ahí adentro le pregunté por Jorge, y el Turco la miró a mi mamá, y escuché que ella le decía algo por lo bajo, y él entonces me dijo que el viejo se había mudado a otro país porque tenía muchas deudas. Y no me sorprende porque unos días después de que me hubiera dicho eso, ví a un montón de policías y bomberos en la puerta de la casa donde vivía el viejo. Todos tenían caras muy serias y una señora le decía al comisario que la noche anterior había escuchado un ruido como de un disparo y que el viejo no era el mismo desde que había vuelto de la guerra.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Noticias

Editorial:
Gracias a todas las personas que postearon. Flavia, gracias por pegarte una vuelta desde la lejana Europia, nunca me imagine que vos serías la primer persona en responder, vivan las sorpresas.
Calvetus, siempre es un honor, sobre todo porque te veo cada tres días masomenos, no quisiera tyomar esto como una devolución de favores, pero bueh, de ultima si lo es todo bien, sigamos devolviendonos favores que está copado.
Por otra parte, me sorprendió muuucho la crítica literaria que hizo el Brunete, simplemente sorprendente, casi me haces dudar men, no se si realmente sabes tanto de critica literaria o si estas mandando fruta. En cualquiera de las dos circunstancias mostraste una faceta que, si bien se insinuaba, permanecía ocult, Aguenate el costado de critico literario de Bruno!!.
Salud:
¿De casualidad alguien sabe como hacer bajar la acidez?
Interés general:
no se si hoy o mañana termina el cuarto de luna llena, asi que no es recomendable cortarse el pelo hasta dentro de un tiempo.
Sociales:
Creo que GHfamosos lo ganó Lissa, la chica de Rastas con nombre de dibujito animado.

gracias y sigan participando!!