jueves, 20 de septiembre de 2007

5ta noche

5ta noche


Esa noche Carlos Montoya se fue a dormir muy nervioso, estaría embarcado en una nueva misión muy pronto, y sería una muy peligrosa.
- Si no supiera que estás al mando, diría que es una misión suicida- había dicho, el Coronel Anidare, en la entrevista que habían sostenido horas antes. El resto del día, Carlos lo pasó visitando la tumba de su hermano Joaquín, que había caído en un enfrentamiento unos años atrás. Y como siempre, pidió que lo cuidase desde el mas allá.
Pero eso ya no importaba porque, Carlos Montoya sabía en su interior que la ayuda de su hermano no sería suficiente. Era muy probable de que ni él ni su equipo regresasen. Necesitaría poco menos que un milagro
Daba vueltas en su cama, enredándose en las sabanas bañado en sudor, odiando el calor de la selva colombiana, pensando en Rosita, la hija de un de los campesino que vivía en el campamento.
Permaneció así durante quien sabe cuanto tiempo, inmóvil o dando vueltas sobre si mismo. Vagando en su mente, intentando dormir, recordando. Hasta que ya sin esperarlo, quedó dormido.


Carlos se encontró en un desierto brillante, rodeado de arena verde-azulada. Un viento sopló, y delante suyo apareció Grimereth, la llamarada viviente.
-Pensé que no vendrías- dijo Carlos –Después del fiasco que resultó ser ese Daguera-
-Después de que te hayas ido, Daguera y yo continuamos hablando- La voz de Grimereth era muy calma y confidente -Llegamos a un trato- prosiguió -Si logras traerle de regreso el libro que Bhiryami robó, él la dejará libre- Carlos Montoya estaba decidido, se sacrificaría por la niña que no lo había tratado como un mercenario ni un paria, la niña que le había enseñado a jugar. - Solo dime donde queda ese Blaathoga y me ocuparé del resto- -No es tan simple- interrumpió Grimereth – De nada te servirá sacar a Bhiryami de ahí ese lugar encierra las mentes, no los cuerpos.- Carlos se estremeció, pero no llegó a dudar. –Llévame hasta ahí- La llama frente a él rió.-Imposible, yo no puedo entrar a Blaathoga- Antes de que Carlos pueda preguntar el porque de la negativa Grimereth procedió. –Soy un avatar de la esperanza, y ahí eso no existe.-
Con un movimiento de su mano, Grimereth mostró a Carlos un espejo, un paso que lo llevaría hasta su destino.
Carlos comenzó a desconfiar de su compañero. Pensó que todo podía ser una trampa de Daguera o de Cahzzaro. Porque desde que apareció Grimereth a su lado, este lo había guiado de un lugar a otro sin dejarle oportunidad de decidir. Pero ya estaba cansado de todo ese asunto y deseaba ayudar a Bhiryami sin importarle el costo. Entonces respiró profundo, cerró los ojos y pasó a través del espejo.
Escuchó un trueno y de inmediato sintió como un viento frío hacía temblar su cuerpo.
Abrió los ojos y vio desolación. Ruinas, montañas de herrumbre. El cielo era grís y estaba cubierto de nubes, parecía de plomo. Algún eventual relámpago le daba un tono rojizo, que recordaba, lejanamente, a las viceras de un animal, pero aún con vida. Con la sangre aun tibia y los órganos todavía latiendo.
El lugar parecía ser los despojos de una ciudad, sin vida, cubierta por cenizas. Carlos comenzó a caminar por entre los restos. Estaba en la mitad de un terreno desconocido y no sabía a donde ir. Realmente extrañaba la figura de Grimereth a su lado, ahora comprendía las palabras de este cuando dijo que ahí no podía existir la esperanza. Pudo hacer a un lado sus pensamientos y continuó la marcha. Luego de un par de minutos escuchó una voz a sus espaldas que lo llamaba.
-Un vissitante,]kjc[¡tenemoss un vissitante!- Carlos se dio vuelta y vio una silueta que se acercaba hacia él. A medida que la distancia entre ambos se acortaba, Carlos pudo escuchar algo similar al chirrido de una biela sin aceitar que se entrecortaba con los pasos de la criatura. El ser acercandosele era un remiendo de partes humanas y maquinaria. Su cabeza intercalaba partes de piel, hueso y las mas variadas herramientas, siendo muy llamativo el pequeño aparato parecido a un telescopio en miniatura que poseía en lugar del ojo izquierdo, que se movía constantemente adaptándose a la distancia cambiante. Así mismo resultaba repulsivo que le faltase la piel en varas partes de la mandíbula, dejando algunos de sus dientes al descubierto. –Esspera vissitante]kjc[- alcanzó a decir mientras caminaba dificultosamente ayudándose en algo parecído a un báculo, en cuya parte superior contenía varios aparatos. Todo su cuerpo estaba cubierto por harapos y vendas que sin duda taparían otros asquerosos y revulsivos implementos. Aún así lo poco que quedaba al descubierto era simplemente horrible. Su brazo izquierdo constaba de una punta que nacía desde su antebrazo y que llegaba hasta donde estaría su mano, parecía ser una extensión de su hueso.
En lugar de su pie izquierdo poseía una ruedita desvencijada que hacía el ruido que Carlos había escuchado. Y en su pierna derecha la criatura arrastraba una pesadísima bota con una plataforma inmensa y probablemente maciza. Al acercarse esa criatura daba una impresión de patetismo y pena. Apenas podía mantenerse en pie y con mucha dificultad se acercaba pesadamente a Carlos. Este superó rápidamente el estado de alerta inicial y decidió dirigirse a la criatura en evidente desventaja.
La criatura habló –¿Tu eress el vissitante del]kjc[mundo real??, Daguera me habló de]kjc[tu venida a estoss]kjc[paramoss- Carlos notó que la criatura no movía la boca cuando hablaba –Ssé que estas buscando]kjc[el Laberinto de Blaathoga- La voz de la criatura emitía interferencia, un zumbido mecánico. –]kjc[Mi nombre ess]kjc[Barráiss.- e hizo una timida reverencia con el hueso en lugar de su brazo izquierdo. - Daguera me pidió que lo guiara hassta]kjc[el Laberinto-Un cercano relámpago cercano iluminó a Barráis, Carlos entonces comprendió que la voz de la criatura provenía de un parlante pequeño en el báculo que llevaba en su mano, y que este estaba conectado por medio de unos gruesos cables hasta su cráneo. –Ssigame- dijo finalmente. Caminaron un largo tramo, para sorpresa de Carlos, Barráis se movía con mucha velocidad por entre los caminos de herrumbre. Finalmente llegaron a la entrada de un enorme edificio derruido.
-Ahí esstá]kjc[la entrada al Laberinto, no te guíess por el]kjc[exterior, el verdadero Laberinto al que debess]kjc[ir essssubterráneo- Carlos agradeció al ser por su compañía y abrió la puerta. Una corriente de aire húmedo emergió del interior en penumbras.
Carlos Tomó coraje y entró.

Muchas horas permaneció Grimereth esperando a Carlos en un desierto brillante. Por un momento incluso se impacientó, pero ¿Cómo podía la esperanza impacientarse?
Faltaba realmente muy poco para que Carlos despertase, cuando este apareció a través del espejo por donde había partido horas atrás, su semblante había cambiado. Tenía una expresión sombría. Grimereth no pudo permanecer en su presencia y desapreció.

Carlos Montoya despertó temblando, había tenido una pesadilla.

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