miércoles, 9 de junio de 2021

El gran deshielo

 “-Creo que todo cambió el día en que cumplí diez años y mi madre murió. Habíamos estado en la huerta comunitaria. Al volver ví que había mucha gente en la puerta de casa, y vino papá con la mirada sombría, solo se me acercó y con un abrazo fuerte me hundió en su pecho. Sin saber que era lo que había pasado me puse a llorar con él. Años después, la noche en que desapareció papá, vi en el video de archivo de la cámara de seguridad a mamá arrojarse a la caldera, no había sentimientos en su rostro, solo determinación. Poco y nada se sabía de su pasado, había aparecido de un día para el otro, amnésica, merodeando sin rumbo cerca de los túneles abandonados que conectaban con el viejo barrio de los príncipes. Nadie la conocía, nada se sabía de ella ni de su pasado, ni siquiera sabía su propio nombre. Mi papá fue uno de los cuidadores que la ayudaron a adaptarse a la vida en la ciudad. Él le enseñó a cultivar la comida, a reparar las máquinas rotas y a monitorear las cúpulas para que no hubiesen grietas por donde entrase el frío  que nos mataría a todos en pocos minutos. Aprendió rápido la división de la jornada en cuartos: un cuarto dedicado a trabajar para el bienestar de todos, otro cuarto dedicado al bienestar propio, un cuarto al descanso y el otro al esparcimiento. Aparentemente tenía un conocimiento intuitivo increíble para cuestiones de alta tecnología, por lo que pasaba mucho tiempo revisando las grandes máquinas de regulación de humedad y temperatura de toda la ciudad. Gracias a ella se mejoró la eficiencia energética y se logró reactivar media docena de trajes para explorar, aunque mas no sea unos pocos kilómetros, el desierto de hielo que se expandía por fuera de las cúpulas.  En esos meses se enamoraron y decidieron estar juntos. De esa unión nací yo.

Varias veces fueron mi padre y otros a investigar los túneles viejos donde había aparecido ella, pero un derrumbe no los dejaba avanzar más allá de cierto punto y los túneles laterales seguían sellados desde el otro lado. Solo quedaba sospechar que la ciudad de los príncipes seguía tan destruida y abandonada desde que terminó la rebelión de los esclavos. La independencia tuvo su costo, los privilegiados se inmolaron con todos sus prodigios y tecnología. La ciudad de los independientes tuvo que reconstruirse con lo poco que tenían los victoriosos, los esclavos que apenas podían subsistir, pero que triunfaron y luchaban día a día para llevar una vida sin amos. -De cada uno, de acuerdo a su capacidad, y para cada uno de acuerdo a su necesidad- era el lema que todos los días repetían. -Por la rebelión de los esclavos, ¡todos somos iguales!- concluía el juramento.

Fue justo después de que mi madre hubiese muerto que comencé a tener las pesadillas. Siempre parecidas. La primera vez el sueño transcurría en un lugar amplio, con paredes de vidrio enormes que dejaban ver el sol de un mundo sin hielo. Mucha gente se agolpaba para ingresar a unos pasillos que veía lejos. Había miedo y nerviosismo en todas las personas. A unos metros, entre el gentío, comenzaba a escucharse un fuerte zumbido y la gente que se atropellaba para alejarse. De la boca de un hombre deformado por el dolor salía un enjambre de insectos. Esos mismos insectos atacaban a quienes estuviesen lo suficientemente cerca y poco después estas personas también se retorcían y de ellas salían insectos. Este sueño me acompañó durante casi toda mi vida, desde aquel momento hasta mis últimos días.

El final del mundo congelado ocurrió unos años después. Yo había dedicado mi tiempo de trabajo voluntario a continuar con el desarrollo que había comenzado mi madre, tomé sus prototipos de traje de exploración y los mejoré. Pronto había un par listos para salir al exterior, al desierto helado, para explorar el mundo. La noche anterior al día de la prueba fui a visitar a mi padre, había estado bastante poco comunicativo en el último tiempo y quise visitarlo para convencerlo de que me acompañase en la exploración, pero cuando llegué todo en su casa había sido violentado, sus pocas pertenencias estaban revueltas y él estaba herido de muerte en el piso. Con una sonrisa moribunda me dijo que sus atacantes no habían podido encontrar lo que buscaban y con su último aliento me señaló una baldosa falsa en el baño, detrás había una pequeña caja con varios documentos sobre mi madre. Todos los datos apuntaban a los túneles abandonados de la ciudad vieja, hacia ahí fui con uno de los trajes de exploración.

Efectivamente algo había cambiado en los túneles, alguien había estado ahí hacía poco, casi podía seguir sus pasos, hasta que en una juntura encontré tirados en el piso los anteojos de mi padre y supe que estaba siguiendo a su atacante. Uno de los túneles laterales se había abierto y a medida que avanzaba en mi persecución y me alejaba del domo central la temperatura descendía mas y mas, incluso al punto de que no sería soportable para ninguna persona, pero sin embargo las huellas que seguía eran frescas, casi podía pisarle los talones al asesino. Siguiendo ese rastro fue como salí al mundo exterior por un lugar inexplorado. De no ser por mi presa, era la primera persona del domo en ver la infinita llanura de hielo expandirse hasta donde daba la vista. Seguí, con enorme dificultad para moverme y poniendo a prueba la resistencia del traje, anduve varios kilómetros hasta llegar a lo que parecía una entrada a una construcción subterránea desconocida, similar al domo ciudad de los esclavos independizados. Con una extraña calma entré y a mis espaldas unas compuertas se cerraron. La temperatura se volvió habitable de pronto. Las luces del lugar se prendieron y me vi rodeada por una docena de personas que me miraban con una mezcla de sorpresa y de reconocimiento. Hablaban directo a mi mente, con solo la voluntad de hacerlo. Me dijeron que ellos eran los antiguos habitantes del mundo, que en la cima de su tecnología habían encontrado la manera de volverse inmortales. Lejos de haber caído en la decadencia, su sociedad se mantuvo por siglos hasta que fueron invadidos por una raza de parásitos que llegó del espacio. En un acto de desesperación, la última colonia que resistía a los invasores tomó la decisión de congelar el mundo para detener, aunque sea temporalmente, la reproducción de los invasores enviándolos a  una hibernación forzada.  También me dijeron que mi madre había sido una de ellos, que en un momento de desesperación quiso borrar su propia memoria y se fue a vivir con nosotros a la ciudad de los esclavos. También me dijeron que el procedimiento para borrar la memoria era muy inestable y que se revertía paulatinamente después de un tiempo, atormentando a quién lo hubiese hecho con recuerdos fragmentados de su anterior vida. Sin dudas eso la había llevado a arrojarse a los grandes hornos, su única oportunidad de librarse de toda esa pesadilla era volviendo su cuerpo un puñado de cenizas. También me dijeron que era frecuente que recuerdos de un inmortal pasasen a su progenie, por eso mis pesadillas recurrentes. Después me dijeron que me retire, que querían estar solos. Me pidieron disculpas por haber matado a mi padre, lo mataron porque se había acercado demasiado a la verdad sobre el origen de mi madre

Todo el lugar comenzó a vibrar y a sacudirse, por lo que me fui rápido. No era ese lugar, era todo el mundo el que se agitaba, los inmortales habían decidido apagar las máquinas que congelaban el mundo. Para cuando regresé a la ciudad domo los insectos estaban despertando de su sueño forzado. Pudimos improvisar unas defensas precarias, pero el domo no podría resistir por mucho tiempo. Sin embargo, no hizo falta. De un momento a otro todos los insectos se alejaron y comenzaron a seguir lo que parecía ser una nave espacial dejando el planeta. Los inmortales volvieron a hablar en mis pensamientos. Estaban cansados de seguir sosteniendo sus vidas infinitas, entonces subieron a la última de sus naves y dejaron el planeta con rumbo al sol para que los parásitos los siguiesen. Sus cuerpos inmortales era el cebo perfecto para la especie que tenía el instinto de reproducirse para siempre y no podría resistirse en seguirlos. Una vez que los inmortales dejaron el planeta y que los insectos espaciales los siguieron en su último viaje sacrificial, el mundo quedó vacío, descongelándose para que lo exploremos…-”

De todas las personalidades contenidas en el holodisco, la de Marlin la exploradora era la preferida de Hakuda. Siempre volvía a escuchar su historia, una y otra vez, todos los días, . En realidad no toda su historia, solo la primera parte. Los eventos del despertar de los gigantes o el regreso de los Inmortales exiliados no le llamaban la atención. Todas las historias del redescubrimiento del mundo no le interesaban tanto como el relato del gran deshielo.