martes, 20 de septiembre de 2011

Misticidades.

Hace un par de años tuve esta idea:
Supongamos que creemos en la rencarnación, uno muere y reencarna en otro ser vivo de cualquier reino (humano, vegetal, animal). Hasta ahí todo bién, ahora dejemos de pensar que el tiempo es lineal, es decir que dejemos de pensar el tiempo desde nuestra perspectiva terrenal de cadena de causas y efectos alineadas sin posibilidad de regresar o saltar hacia otro lado. Basicamente, dejemos de pensar el tiempo como una línea y veámoslo como un plano, infinito al que se puede ir en cualquier dirección. Combinemos esta noción del tiempo con la reencarnación, Una persona puede nacer, vivir y morir en un tiempo, renacer, vivir y morir luego en el futuro, y volver a renacer, vivir y morir en el pasado, y así. Inclusive podemos llegar a encontrarnos con nostros mismos en distintas vidas, en distintos momsntos. ¿y si en realidad somos una misma alma que renace infinitas veces a lo largo de la eternidad?

domingo, 11 de septiembre de 2011

Cuidado con las ofertas

Al principio, como era de esperarse, a nadie pareció llamarle la atención la máquina del tiempo. Apareció publicitada en una revista como tantos otros artilugios ingeniosos que solo servían en la imaginación de sus compradores. La única diferencia era que la máquina del tiempo sí funcionaba. El aviso era bastante simple: ¿cansado de llegar tarde? ¿siente que no le alcanzan las horas del día? TimeStop® es la solución a sus problemas. El aparato era una cajita de unos veinte centímetros de lado por cuatro o cinco de alto con un pulsador en su centro. De más está decir que no se trató de un éxito comercial, y eso no era precisamente debido a que el producto fallase; de hecho, innumerables travesuras fueron perpetradas por sus dueños (niños en su totalidad, por suerte). El pulsador permitía al usuario detener el tiempo con una pulsación quedando él libre de hacer lo que se le ocurriese, la detención temporal duraría mientras las baterías del producto tuviesen carga óptima, al bajar la carga un mecanismo automático se disparaba retomando al tiempo a su flujo normal. Todo esto pasó desapercibido por los adultos responsables que solo vieron como sus hijos e hijas ponían baterías nuevas en una cajita que las consumía en instantes sin que nada especial ocurriese. Los padres nunca entendían por que eran tan felices sus hijos con el TimeStop®.

Sin embargo las ventas del producto alcanzaron para costear los costos y financiar un futuro relanzamiento mejorado del producto. Dos años mas tarde apareció en las revistas dominicales el TimeMaster®, versión mejorada de su predecesor y de ahí solo pudo suceder lo peor. Un incauto compró el aparato y luego de activarlo se le soltó de las manos, estallando en mil partes al chocar contra el suelo, quedando el tiempo detenido para siempre.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Futurologías.

Hace muuuuucho, la humanidad vivía en solitario, cada grupo aislado del resto, no había justicia ni impunidad. Hace pocos milenios se tomó conciencia de que en el mundo habitan mas personas, surgiendo la dicotomía del "nosotros" y el "ellos". Ellos no son como nosotros, hablan distinto, se visten distinto, tienen otras costumbres, otros valores. Ese extraño es misterioso y por ello puede resultar una amenaza a al "nosotros" conocido y predecible. Creo que tenemos estamos frente a un punto de quiebre, o reconocemos que existe una igualdad por debajo de las diferencias entre "nosotros" y "ellos" y aprendemos a vivir como especie humana en plena totalidad, o nos espera un destino devastador y quizas, con suerte, una nueva edad oscura.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

(no se como catalogar esto)

Mirando las estadísticas, desde ya veo que este ha sido mi año mas prolífico en lo que a creación de posts se refiere...

martes, 6 de septiembre de 2011

Fui Yo-

Como cuando la maestra preguntaba quién se había mandado la macana, levantate y decí: -Fui yo-

Que locura, de un modo u otro a todos nos gusta infringir la ley; a todos nos gusta creer que estamos por encima de alguna regla, de algún mandato o de alguna norma. El problema surge cuando por hacerlo no nos gusta quedar en evidencia. ¡Que infantiles que somos, peleando para no aceptar las consecuencias de nuestros actos! Al fin y al cabo, no hay que ser un doctor en leyes para saber que alguna cosa no se tiene que hacer; y sin embargo, siempre hay alguien que se siente realizado haciéndola; o no hace falta ser sociólogo o filósofo para entender que tal cosa debe hacerse, y nunca falta el que prefiere hacerse el distraído y mirar para otro lado. Excusas habrá siempre, ¿Para que hacerlo si no lo hace nadie? ¿Por que no hacerlo si todos lo hacen?” justificaciones que parecen del sentido común, casi intuitivas. No es casual que apunten a esconder al infractor en el anonimato de la masa sin nombre ni rostro. Todos y nadie, no tienen cara, no los reconocemos por la calle, nadie y todos es ninguno, como otra forma sublimada de no dar la cara. Ni siquiera nos apropiamos de la ruptura legal como una cruzada personal o como estandarte de algo. Nadie lo plantea desde la postura del “Estaré solo en esto pero me la banco porque lo creo”. Ya no quedan paladines ni héroes del desacato. ¡Como nos cuesta hacernos cargo de nuestras mañas! La lógica de cometer cualquier crimen es no quedar en evidencia y que cobardes que nos volvemos en consecuencia. Cuando nos descubren apenas atinamos a defender nuestro falso derecho a no admitir errores, y pretendemos que nadie nos lo diga en la cara.
Que locura es que nos violente que nos digan que no se puede estacionar en doble fila mientras esperamos a que los chicos salgan del cole; o que nos ponga a la defensiva cuando alguien nos dice que no está bien tirar basura en el medio de la vereda habiendo un cesto ahí nomás, como si el envoltorio de una golosina fuese imposible de cargar hasta el tacho de basura de casa.
Que inmaduro resulta que siempre tengamos una respuesta para eximirnos de cumplir lo que predicamos.
Que demente es que agitemos el dedo acusador y no nos demos cuenta de que somos todos un poco culpables.
Cuanta estipidez, que infantiles que somos cuando nos creemos adultos.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Debo admitir que de poesía sé bién poco, casi un total y confeso analfabeto.
¿cuentan las letras de canciones cómo poesía? Ahí zafaría un poco mas, de analfabeto pasaría a un primario en curso.