martes, 25 de septiembre de 2007

El visitante 6ta noche

6ta noche


Carlos llevaba horas desvelado, el día siguiente partiría. Sería una misión que probablemente le costaría la vida. A pesar de no poder dormirse, sabía que debía hacerlo. Algo en su interior se lo decía. Permaneció así un largo tiempo y cuándo estaba por rendirse y salir a dar una caminata nocturna por el campamento quedó dormido con una sonrisa, como si hubiese percibido el exacto momento en que cruzó la barrera del sueño.

Ante él estaba la torre de Daguera, y casi como un autómata entró y recorrió por si solo los pasillos que lo llevaron directamente a las cámaras superiores. Perecía haber recorrido ese camino un millón de veces. Su semblante no era el mismo de la noche anterior. Algo había cambiado desde su visita a Blathogga.
Finalmente llego a una puerta, detrás se encontraba Daguera. No sintió ningún deseo de dilatar mas su estadía en Bangladesh así que abrió la puerta.
Sentado en un escritorio se encontraba Daguera acompañado por Grimereth, que al ver nuevamente a Carlos no tuvo más remedio que desvanecerse en el aire.
-¿Por qué se fue?- Preguntó carlos ntre la rutina y la extrañeza. Daguera respondió sin mirarlo-Mi esperanza radicaba en que tu volvieras, y llegaste. Y por lo que veo tu no posees más esperanzas. Grimereth ya no tenía motivos para permanecer aquí- Carlos bajó la vista -Es verdad, ya no tengo esperanzas- dijo Carlos Montoya para sí mismo. Daguera no quizo esperar el tiempo-¿La encontraste?- Dijo buscando su mirada. -Lo diré sin rodeos, tu libro fue reclamado por alguien llamado Azar. Todo lo que tenía Bhiryami era una hoja, es lo único que pudo conservar. Su intención no era robarte, ella quería jugar. Pero en cuanto tuvo el libro en sus manos ese Azar entró en acción y todo se complicó. Te ruego que la dejes ir, no era su intención hacerle ningún mal.- Una vez dicho esto, Carlos entregó al mago una hoja que llevaba en su bolsillo. Daguera sonreía, reviso la hoja con con la mirada, con una expresión de asombro, un destello de alegría recorrió el cuerpo del anciano. Parecía un niño maravillado.
Daguera inspeccionó aquel papel hasta que fue interrumpido por la fría voz de Carlos, que estaba visiblemente molesto. -¿Cumplirá entonces con su parte del trato?- Aún asombrado por su tesoro Daguera replicó –¡Ah! La niña, no te preocupes por ella, ya mande a librarla un poco antes de que tu entraras por esa puerta.- Carlos suspiró aliviado, entonces el mago continuó. -Pero ahora tendrás que prometerme algo: Es sobre el poder que ella te ha enseñado a usar, prométeme que te lo reservaras a ti mismo. Júramé que no volverá a ser usado para travesuras- A Carlos ya no le importaba nada de lo que el mago podría decirle
-No hay problema- dijo volviendo la espalda. -Romper ese juramento te costaría la vida sabes- El guerrillero tomó estas palabras más como un consejop que como una amenaza. Aún así los ojos de Carlos se llenaron de lagrimas, luchaba por contener el llanto. Daguera al ver esto le preguntó -¿Qué fue lo que encontraste en Blaathoga que te cambió tanto?-
-Señor, en ese laberinto me vi a mí mismo, y vi mi final.- y con un tono sombrío agregó –Y sé que no puedo hacer nada para cambiarlo- Finalmente Carlos Montoya se marcho de los aposentos del mago Daguera.

En la india, la hija de una acaudalada familia llamada Bhiryami, despertó de un estado de coma al que había caído poco tiempo atrás sin ninguna explicación.

En la selva Colombiana, un miembro de los insurgentes llamado Carlos Montoya, despertó muy descansado y sereno a pesar de haber dormido pocas horas. Sabía que ese día tendría mucho que ganar y nada por perder.

viernes, 21 de septiembre de 2007

extras

La verdad que tengo ganas de terminar de una vez con el visitante para poder postear otras cosas en las que estoy trabajando.

jueves, 20 de septiembre de 2007

5ta noche

5ta noche


Esa noche Carlos Montoya se fue a dormir muy nervioso, estaría embarcado en una nueva misión muy pronto, y sería una muy peligrosa.
- Si no supiera que estás al mando, diría que es una misión suicida- había dicho, el Coronel Anidare, en la entrevista que habían sostenido horas antes. El resto del día, Carlos lo pasó visitando la tumba de su hermano Joaquín, que había caído en un enfrentamiento unos años atrás. Y como siempre, pidió que lo cuidase desde el mas allá.
Pero eso ya no importaba porque, Carlos Montoya sabía en su interior que la ayuda de su hermano no sería suficiente. Era muy probable de que ni él ni su equipo regresasen. Necesitaría poco menos que un milagro
Daba vueltas en su cama, enredándose en las sabanas bañado en sudor, odiando el calor de la selva colombiana, pensando en Rosita, la hija de un de los campesino que vivía en el campamento.
Permaneció así durante quien sabe cuanto tiempo, inmóvil o dando vueltas sobre si mismo. Vagando en su mente, intentando dormir, recordando. Hasta que ya sin esperarlo, quedó dormido.


Carlos se encontró en un desierto brillante, rodeado de arena verde-azulada. Un viento sopló, y delante suyo apareció Grimereth, la llamarada viviente.
-Pensé que no vendrías- dijo Carlos –Después del fiasco que resultó ser ese Daguera-
-Después de que te hayas ido, Daguera y yo continuamos hablando- La voz de Grimereth era muy calma y confidente -Llegamos a un trato- prosiguió -Si logras traerle de regreso el libro que Bhiryami robó, él la dejará libre- Carlos Montoya estaba decidido, se sacrificaría por la niña que no lo había tratado como un mercenario ni un paria, la niña que le había enseñado a jugar. - Solo dime donde queda ese Blaathoga y me ocuparé del resto- -No es tan simple- interrumpió Grimereth – De nada te servirá sacar a Bhiryami de ahí ese lugar encierra las mentes, no los cuerpos.- Carlos se estremeció, pero no llegó a dudar. –Llévame hasta ahí- La llama frente a él rió.-Imposible, yo no puedo entrar a Blaathoga- Antes de que Carlos pueda preguntar el porque de la negativa Grimereth procedió. –Soy un avatar de la esperanza, y ahí eso no existe.-
Con un movimiento de su mano, Grimereth mostró a Carlos un espejo, un paso que lo llevaría hasta su destino.
Carlos comenzó a desconfiar de su compañero. Pensó que todo podía ser una trampa de Daguera o de Cahzzaro. Porque desde que apareció Grimereth a su lado, este lo había guiado de un lugar a otro sin dejarle oportunidad de decidir. Pero ya estaba cansado de todo ese asunto y deseaba ayudar a Bhiryami sin importarle el costo. Entonces respiró profundo, cerró los ojos y pasó a través del espejo.
Escuchó un trueno y de inmediato sintió como un viento frío hacía temblar su cuerpo.
Abrió los ojos y vio desolación. Ruinas, montañas de herrumbre. El cielo era grís y estaba cubierto de nubes, parecía de plomo. Algún eventual relámpago le daba un tono rojizo, que recordaba, lejanamente, a las viceras de un animal, pero aún con vida. Con la sangre aun tibia y los órganos todavía latiendo.
El lugar parecía ser los despojos de una ciudad, sin vida, cubierta por cenizas. Carlos comenzó a caminar por entre los restos. Estaba en la mitad de un terreno desconocido y no sabía a donde ir. Realmente extrañaba la figura de Grimereth a su lado, ahora comprendía las palabras de este cuando dijo que ahí no podía existir la esperanza. Pudo hacer a un lado sus pensamientos y continuó la marcha. Luego de un par de minutos escuchó una voz a sus espaldas que lo llamaba.
-Un vissitante,]kjc[¡tenemoss un vissitante!- Carlos se dio vuelta y vio una silueta que se acercaba hacia él. A medida que la distancia entre ambos se acortaba, Carlos pudo escuchar algo similar al chirrido de una biela sin aceitar que se entrecortaba con los pasos de la criatura. El ser acercandosele era un remiendo de partes humanas y maquinaria. Su cabeza intercalaba partes de piel, hueso y las mas variadas herramientas, siendo muy llamativo el pequeño aparato parecido a un telescopio en miniatura que poseía en lugar del ojo izquierdo, que se movía constantemente adaptándose a la distancia cambiante. Así mismo resultaba repulsivo que le faltase la piel en varas partes de la mandíbula, dejando algunos de sus dientes al descubierto. –Esspera vissitante]kjc[- alcanzó a decir mientras caminaba dificultosamente ayudándose en algo parecído a un báculo, en cuya parte superior contenía varios aparatos. Todo su cuerpo estaba cubierto por harapos y vendas que sin duda taparían otros asquerosos y revulsivos implementos. Aún así lo poco que quedaba al descubierto era simplemente horrible. Su brazo izquierdo constaba de una punta que nacía desde su antebrazo y que llegaba hasta donde estaría su mano, parecía ser una extensión de su hueso.
En lugar de su pie izquierdo poseía una ruedita desvencijada que hacía el ruido que Carlos había escuchado. Y en su pierna derecha la criatura arrastraba una pesadísima bota con una plataforma inmensa y probablemente maciza. Al acercarse esa criatura daba una impresión de patetismo y pena. Apenas podía mantenerse en pie y con mucha dificultad se acercaba pesadamente a Carlos. Este superó rápidamente el estado de alerta inicial y decidió dirigirse a la criatura en evidente desventaja.
La criatura habló –¿Tu eress el vissitante del]kjc[mundo real??, Daguera me habló de]kjc[tu venida a estoss]kjc[paramoss- Carlos notó que la criatura no movía la boca cuando hablaba –Ssé que estas buscando]kjc[el Laberinto de Blaathoga- La voz de la criatura emitía interferencia, un zumbido mecánico. –]kjc[Mi nombre ess]kjc[Barráiss.- e hizo una timida reverencia con el hueso en lugar de su brazo izquierdo. - Daguera me pidió que lo guiara hassta]kjc[el Laberinto-Un cercano relámpago cercano iluminó a Barráis, Carlos entonces comprendió que la voz de la criatura provenía de un parlante pequeño en el báculo que llevaba en su mano, y que este estaba conectado por medio de unos gruesos cables hasta su cráneo. –Ssigame- dijo finalmente. Caminaron un largo tramo, para sorpresa de Carlos, Barráis se movía con mucha velocidad por entre los caminos de herrumbre. Finalmente llegaron a la entrada de un enorme edificio derruido.
-Ahí esstá]kjc[la entrada al Laberinto, no te guíess por el]kjc[exterior, el verdadero Laberinto al que debess]kjc[ir essssubterráneo- Carlos agradeció al ser por su compañía y abrió la puerta. Una corriente de aire húmedo emergió del interior en penumbras.
Carlos Tomó coraje y entró.

Muchas horas permaneció Grimereth esperando a Carlos en un desierto brillante. Por un momento incluso se impacientó, pero ¿Cómo podía la esperanza impacientarse?
Faltaba realmente muy poco para que Carlos despertase, cuando este apareció a través del espejo por donde había partido horas atrás, su semblante había cambiado. Tenía una expresión sombría. Grimereth no pudo permanecer en su presencia y desapreció.

Carlos Montoya despertó temblando, había tenido una pesadilla.

jueves, 13 de septiembre de 2007

..mmm... ya sé ya sé...

No me digan nada, ahorrensé los comentarios incendiarios, hoy tenía que postear otra parte de la historia, pero la verdad es que estoy muy cansado y no laburé para publicar hoy.
Paciencia, para la proxima hay mas lecturas. Ahora a dormir que mañana será otro día.

lunes, 10 de septiembre de 2007

El visitante 4ta noche

4ta noche

Ya caía la noche en la espesa selva Colombiana cuando el insurgente Carlos Montoya prefirió irse a dormir antes de seguir jugando a las cartas con sus compañeros de campamento. No estaba de humor para eso, el día anterior había visto morir a uno de los mejores soldados que la causa había conocido. El resultado de aquella misión había sido exitoso, pero la imagen de su rostro ensangrentado lo turbó. En parte tenía miedo de que esa imagen se repitiese en sus sueños. Al quedar dormido, Carlos se encontró de pie frente a una multitud de personas que desesperadamente intentaban entrar en una enorme torre. Gigantesca, ominosa; de piedra gris, húmeda, perdiéndose en la altura. Los que querían entrar eran miles y no tenían ninguna consideración por los demás.
Sin siquiera dudar Carlos vio a su lado a la azul llamarada viviente, Grimereth, el avatar de la esperanza, que le devolvía la mirada.
-En la cima de esa torre se encuentra la persona que lo va a ayudar- Dijo La llamarada.
-¿Dónde estamos?- preguntó el guerrillero mientras caminaban hacia la torre.
-Esto es Bangladesh, no la Bangladesh de tu mundo, otra más mágica aún. Y nos dirigimos hacia el que nos va a decir donde esta tu amiga- decía Grimereth ya sin mirarlo -¿Y quién es ese?- dudó Carlos,- Se llama Daguera y es el mago personal del Rey...-
La entrada estaba cubierta por dos cancerberos inmensos, pero la sola presencia de Grimereth hizo que estos se apartaran con una reverencia torpe y ridícula.
Una vez dentro Grimereth guió a Carlos Montoya por una serie de complicados giros a través de varios pasillos y finalmente por una escalera que parecía no tener fin. Carlos lo seguía maravillado por el interior del edificio. Decorado con las más finísimas obras de arte que sus ojos jamás vieron, muchas que hasta escapaban al potencial de su imaginación.
Tras subir eternamente por la escalera, llegaron a una puerta, era muy pequeña, tanto que tendrían que agacharse para poder pasar del otro lado.
Con un movimiento de su mano, Grimereth abrió la puerta sin tocarla. Una luz blanquecina inundó la escalera cegando a Carlos. Con los ojos doliéndole, Carlos atravesó el umbral.
Tardó un poco en acostumbrarse al resplandor de la habitación. Era inmensa, llena de estanterías llenas de libros, con mesas cubiertas de los más variados objetos, Carlos pudo reconocer algunos, eran objetos usados por las brujas de los pueblos, pero la mayoría le resultaban desconocidos, aunque sospechaba que tenían la misma utilidad. Pero lo mas importante de la enorme habitación, eran unos imponentes ventanales desde donde podía verse toda la ciudad, que se extendía hasta donde alcanzaba la vista.
Una voz rugió desde los ventanales. -¡Los estaba esperando, y mi respuesta es: No!-
-Ese es Daguera- dijo Grimereth apenas mirando a Carlos -Es raro Daguera, nunca te vi tan molesto – El avatar de la esperanza avanzó hacía una figura que lo esperaba molesto en otra parte de la habitación. -No menciones tiempos pasados, ya sé que vinieron a pedirme que haga, y para que lo sepan, ¡No liberaré a la niña!- El que hablaba era un hombre maduro, pero de edad indefinible, con larga barba blanca, que etéreamente se posaba sobre un ostentoso traje de seda bordada.
Aún maravillado Carlos tomó irónicamente la palabra -¿Este es el que nos ayudaría?
Al escuchar estas palabras Daguera se volvió hacia el ventanal y gritó -¡INSOLENTE!- y con una señal con sus dedos Carlos cayó al piso, victima de una fuerza invisible, su garganta cerrada por una fuerza que no lo dejaba respirar ni moverse.
–Ya es suficiente Daguera- Dijo Grimereth desafiante, pero sin perder la compostura. Carlos sintió como la fuerza disminuía hasta desaparecer. Pero todavía estaba muy débil como para reincorporarse.
-El no sabe nada de tu estatus ni de quien eres- Carlos escuchaba a Grimereth tomar un todo de confianza con el mago.
-Entonces que abra los oídos porque solo lo diré una vez- Daguera miró a Carlos, mientras este tomaba fuerzas para ponerse de pie. Soy el gran mago de la onceava dinastía, Daguera Colosdem, ¡Y no toleraré la insolencia de un visitante cualquiera!- La voz era cavernosa, gutural, quedaba claro, para Carlos, que en ese lugar de nada valía su voluntad ni su espíritu de lucha. Carlos sabía que estaba a merced del mago.
– Y no importa quien lo acompañe- Con esa última frace miro de reojo a Grimereth que simplemente se limitó a sonreír complaciente.
Carlos pudo ponerse finalmente ponerse de pie permaneciendo en silencio, recuperándose poco a poco del ataque de Daguera, insultándolo en su interior.
Grimereth se dirigió al Mago en tono amigable, enredándolo con sus palabras -Pareces muy seguro cuando dices que no nos ayudaras- -Es una decisión tomada- Daguera parecía no querer caer en el plan del Avatar. -¿Entonces si no hay esperanza de recibir tú ayuda, por que es que estoy yo aquí?-Daguera permaneció en silencio, buscando una respuesta en su interior, sin querer admitir su inminente derrota. Finalmente dijo - No voy a darles mi ayuda, solamente por el hecho de que fui yo quien pidió al rey Cahzzaro la captura de la niña- Carlos palideció, en su interior una corriente de ira crecía, pero la experiencia de aquella fuerza atenazando su garganta fue suficiente para que mantuviera la compostura.
Como si hubiera leído su mente, Daguera habló –Veo que el muchacho aprendió modales, es una lastima, me hubiera gustado mostrarle algo mas de mis habilidades- Carlos no escuchó el reto del mago, fue Grimereth el que tomó la palabra –Nunca me hubiera imaginado verte con tanto enojo dentro del alma, debe haber sido muy grave lo que esa niña hizo como para que estés así- La mente del mago pareció perder la batalla contra el Avatar de la esperanza. Daguera luchaba por seguir enojado, por no dejarse llevar por la llama viviente -Esa ladrona, esa pequeña ¡Ladrona...!- Daguera continuó hablándole únicamente a Grimereth, su voz era la de un trueno –Aun no se como lo logró pero pudo pasar a través de mis guardias, entró en mi estudió privado, ahí donde nadie puede entrar- una inhumana luminosidad brillaba en los ojos del mago que parecía cambiar con sus emociones –...Y tomó un objeto, uno de mis libros más preciados- la luminosidad de sus ojos se apagó y volvió a tener el tono cavernoso en su hablar. Su rostro pareció más sombrío que nunca –Por ese crimen no tuve más opción que enviarla al laberinto de Blaathoga...-

Carlos se sorprendido, al escuchar aquel nombre una sensación de frío recorrió su espalda. En ese momento abrió los ojos y descubrió que no veía la habitación del mago sino un precario techo de madera. Había despertado y un instante después olvidó por completo lo que estaba soñando. No le importó, él era un hombre práctico, y no podía darse el lujo de perder el tiempo con cosas tan intrascendentes como soñar.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

3ra noche noticias

No mucho para agregar. Voy subiendo este cuento en capitulos a medida que lo voy releyendo. De a poco se van descubriendo detalles sobre quién es quién y esas cosas.
Enjoy everyone!!!

El visitante 3ra noche

3 ra noche


¡ES UNA EMBOSCADA! Gritó el conductor del jeep al escuchar la primera y certera ronda de metralla que le asestó una bala en el brazo izquierdo. Herido, perdió el control del vehiculo que salió del camino para estrellarse contra un árbol. El segundo jeep aceleró para acercarse a donde se encontraba el primero para rescatar a sus tripulantes, pero se vieron súbitamente abrumados por el fuego cruzado. La resistencia fue breve. Él más experimentado de los integrantes del segundo jeep, de un solo disparo hizo blanco en el rostro de uno de los agresores que se hallaba oculto en la hierba. La respuesta llegó un segundo después cuando una ráfaga de metralla lo acribilló sin darle tiempo siquiera a sentirse orgulloso de su puntería. Su cuerpo cayó dentro del jeep donde sus compañeros estaban precariamente atrincherados. Otro de los tripulantes del vehículo tomó coraje y dio las órdenes para que él y sus compañeros ataquen al unísono. Uno, dos, ¡treeearghhh!... Fue el primero en ponerse de pie, y en cuanto sus agresores vieron que sus intenciones no eran las de entregarse, dispusieron de él como si de una galería de tiro se tratase. Al caer su cuerpo sin vida, los otros ocupantes del jeep decidieron muy rápidamente que lo mejor era rendirse. Sin levantar la cabeza lanzaron sus armas fuera del vehículo y levantaron las manos. ¡Se rinden! Grito una voz desde algún lugar. Los tripulantes del primer jeep aprendieron muy rápidamente la lección del segundo auto y entregaron sus armas sin oponer ninguna resistencia.
Un par de horas de larga caminata y la noche en la selva Colombiana ya era cerrada. A mitad de camino decidieron que era momento de detenerse. A Carlos le tocó dormir primero, así que se preparó un lecho con hojas y algunas ramas y se acostó con la esperanza de dormirse rápido a pesar del calor y los insectos.

Abrió los ojos, en realidad no sabía si los tenía abiertos o cerrados.
Aguzó el oído pero no pudo escuchar nada. Trató de tocarse los ojos para ver si estos estaban abiertos o cerrados, pero no pudo mover la mano, ni siquiera podía sentirla. Intentó sentir otras partes de su cuerpo pero no pudo. Era como si su cuerpo hubiese dejado existir. A pesar de eso no desesperó. Sentía que no estaba solo, había una presencia cerca de el.
-¿Quien es?-
-Puedo ser muchas cosas...- Dijo una voz mágica
Por un momento Carlos Montoya sintió un dejo de miedo, pero se mantuvo sereno, al fin y al cabo, algo en su interior le decía que esa voz no representaba peligro.
-¿Quién es?- Volvió a preguntar
-Ya contesté que puedo ser muchas cosas...- Contestó la voz.
-¡Pues decídete!- Por un momento Carlos deseó que ese misterioso juego en las sombras terminase. En ese momento una luz apareció ante él. No era mayor que la llama de una vela, pero aún así no alcanzaba para ver nada más allá de la luz misma. La luz, aunque pequeña, ocupaba toda su visión, tanto que Carlos no podía, siquiera, verse a sí mismo. La llama tomó un tono azulado.
Sorprendido, Carlos, preguntó -¿Dónde estás?- mientras que dirigía su mirada hacia la llama. Esta pareció cobrar vida y responderle –Justo en frente tuyo-
Carlos afinó aún mas la vista y miró fijamente la llama hasta que le pareció ver en ella una figura remotamente humana. La llama le devolvió la mirada y dijo - ¿Le gustaría saber donde está, verdad?-
Escuchar estas palabras alegró a Carlos porque entendió que eso lo haría realmente feliz. La luz barrió con toda la oscuridad, y fue tanta que Carlos tuvo que cubrirse los ojos con las manos. Carlos podía sentir su cuerpo nuevamente, la luz lo había traído de vuelta.
Estaba en un páramo desierto, una llanura cubierta de neblina. Su vista no podía penetrar en la espesura gris que lo rodeaba. –Lo estaba esperando...- La voz sonó detrás suyo. Carlos se apresuró a darse vuelta, y vio como la llama azulada crecía hasta tener un tamaño similar al suyo, bailando su propio baile de fuego vivo, siguiendo su propio ritmo. Carlos se asombró de ese ser de fuego.
–No ponga esa cara, estoy acá para ayudarlo- La llamarada tomo una forma lejanamente similar a la de un hombre y volvió a hablar. -Me llamó y acá estoy-
-¿Yo?- respondió Carlos muy pobremente, titubeando, y agregó –Ni siquiera sé quien eres- La llamarada pareció sonreír – ¡Ahhh! Parece que voy a tener que explicar todo, no se preocupe buen hombre, no va a llevarnos mucho tiempo. Pero antes conteste esto, ¿Es usted consciente del lugar donde se encuentra?- Carlos titubeo, sus recuerdos anteriores a su aparición en aquel páramo parecían muy lejanos, la emboscada a los jeeps enemigos no era mas que un recuerdo muy lejano y confuso. Permaneció vagando en su mente durante un tiempo hasta que la llamarada volvió a tomar la palabra. –Aunque suene irreal usted está en un sueño- A Carlos en ese momento todo le resultó mucho mas que comprensible – Es una verdadera lástima que en cuanto despierte no podrá recordar la mayoría de lo que ocurra.- Carlos asintió, aún algo confundido por semejante revelación, después de un momento de reflexión preguntó – ¿Entonces cuando se está despierto no puede recordarse mucho de lo soñado y estando dormido no puede recordarse mucho de lo que uno vive estando despierto? –
-Algo así- contestó la llamarada con tono satisfecho.
Carlos estaba emocionado y hasta excitado por su descubrimiento, pero pronto tomó conciencia de algo -¿Pero eso no explica por que dices que yo te llamé?-
-Eso yo no puedo decirlo, intente recordar buen señor-
-¿Recordar que?-
-¿Qué es lo que lo ha motivado a tomar conciencia de que estaba soñando?-
Carlos se tomó su tiempo para pensar su respuesta, temía estar equivocado. En los sueños el tiempo transcurre diferente, podrían haber pasado minutos u horas hasta que Carlos respondió. Decidido. – Hace algunas noches soñé con que una niñita era raptada en mis narices y no pude hacer nada para salvarla-
-¿Y después?- respondió la llamarada -Después presencié su juicio, y no pude ayudarla- Casi interrumpió Carlos -¿Muy bien, y ahora?- Respondió nuevamente la llamarada, como sabiendo de antemano las respuestas de Carlos, pero necesitando que las diga, casi como una formalidad.
-Ahora no sé que le pasó- Dijo Carlos con pena. -¿Y entonces?- La llamarada lo miró complaciente, sabiendo que finalmente llegaba a la respuesta que esperaba oír.
- ¡Entonces me gustaría ayudarla!- esas palabras salieron de lo mas profundo de su mente, desconocidas hasta para él mismo. Se sentía mas liviano, relajado por aceptar esa verdad oculta hasta entonces. -Exacto, para eso estoy yo- Interrumpió nuevamente la llamarada, sin dejar que Carlos llegase a saborear su tan liberador descubrimiento. –
Me presento, mi nombre es Grimereth, y soy el avatar de la esperanza...-

Cuando se disponía a hablar, Carlos despertó sobresaltado mientras que uno de sus compañeros le indicaba que era su turno de hacer guardia.

martes, 4 de septiembre de 2007

Update del Visitante 2da noche

No mucho para agregar al cuento en si, no lo revisé tanto como me gustaría, pero es un cuento algo viejito y prefiero que no se cambie mucho el espiritú original, tiene un nosequé de autenticidad a pesar de estar por debajo de mi ideal de perfección... A veces mi humildad me supera tanto...

Bwahahahaha!!!!!

El visitante 2da noche

2da noche


No le costó demasiado dormirse a Carlos esa noche. Había conseguido un lecho bastante cómodo en una casa del campamento. El sueño no tardó en venir.

-Bien, usted siéntese aquí- Indico un hombre grotescamente flaco y alto señalando una fila de butacas. Estaba vestido con un traje parecido a los que se usaban a principios del 1900. Con cierta brusquedad despachó a Carlos en su asiento y volvió a la entrada del teatro para continuar con su trabajo.
Carlos recién notó donde se encontraba, estaba sentado en un auditorio, que poco a poco, se llenaba de gente cada vez mas extraña. -¿Dónde me metí?- Dijo Carlos. En respuesta a sus palabras solas obtuvo señales de desaprobación. Incluso una señora muy crecida en carnes se acercó a el para pedirle que guardase silencio. Carlos Montoya se acurrucó en el asiento para no llamar más la atención y entonces se dispuso a observar a los que ingresaban al recinto.
Un minuto después un indio cargando una pesada metralla se sentó a su lado casi sin mirarlo. Al cabo de unos segundos de forzoso silencio, Carlos preguntó al indio el porqué de la reunión, lo poco que alcanzó a decir el indio fue que estaban por presenciar un juicio, pero fue rápidamente silenciado por la misma señora gorda que antes había callado a Carlos. Unos segundos después el salón estaba colmado. Las luces se apagaron y un redoble de tambores anunció que se estaban abriendo las cortinas. La bizarra concurrencia estalló en aplausos. Y de lejos pudo Carlos ver a la señora intentando callar a cada uno de los concurrentes. Al margen de esto había algo en el ambiente que hacía que Carlos sintiese que no pertenecía a ese lugar. Unos minutos de bullicio después, todo se había calmado nuevamente.
Un hombrecito de no más de medio metro apareció en medio del escenario vistiendo glamorosas ropas doradas, desplegó un pergamino y lo leyó al público –En esta ocasión ciudadanos, juzgaremos a una bestia cruel y sádica. Se la acusa de repetidas violaciones a la intimidad. Muchas veces logró escapar de las manos de nuestros guardianes. Pero ayer finalmente hemos hecho presa a esta infame criatura- El hombrecito resopló complaciente, y en clara actitud de querer ganarse al publico presente, y miró hacia fuera del escenario. Instantes después dos gruesos encapuchados arrastraron hasta el centro una jaula con una niña dentro. Carlos Montoya reconoció a Bhiryami, se encontraba encadenada y sometida. Un alboroto inundó el recinto. Inclusive la señora que antes intentaba callar a todos ahora se encontraba sobresaltada y vociferando acaloradamente. El indio al lado de Carlos lado permanecía impasible.
Momentos después el hombrecito pidió calma y todos se serenaron relativamente. -Antes de leer la acusación formal, pediré que se representen a las partes... ¿quienes desean acompañarnos a los acusadores?- No hizo falta que terminara la frase para que la totalidad del auditorio se transformara en una turba sedienta de sangre. Pidiendo con gritos y alaridos todo tipo de castigos y suplicios, muchos de los cuales Carlos ni siquiera comprendía.
Hubo tanta euforia y tanto desenfreno que algunos de los espectadores se acercaron al escenario en donde tenían a Bhiryami. Pero fueron detenidos por los fieros guardianes que permanecían ocultos en las sombras. Eran bestias inmensas, y por sobre todo, eran bestias de malicia y capacidades increíbles.
Aquel bullicio duró unos minutos bajo la mirada complaciente del hombrecito que sonreía indiscretamente. Una vez que los ánimos se calmaron este continuó. -Y ahora ¿hay alguien dispuesto a acompañar a la acusada?- y añadió por lo bajo mirando directamente a Carlos, como adivinando su reacción y lo que pasaría, - Mejor que hable ahora, porque se hará justicia aun sin un defensor... Con estas últimas palabras la mirada del hombrecito se cubrió de sombras y dejó ver, por un instante, una sonrisa siniestra.
Solo por un instante Carlos Montoya pensó en quedarse en silencio, recapacitando inmediatamente. Y cuando se disponía a ponerse de pie y ofrecerse a defender a Bhiryami este descubrió que no podía moverse en absoluto. Estaba sudando y temblando, quería hablar, quería salir en defensa de su amiga, pero despertó.