lunes, 26 de noviembre de 2007

(T)

El Flaco es el avatar de la fuerza suave. Como una marea, se toma su tiempo, pero convierte a la piedra en arena.

jueves, 22 de noviembre de 2007

(!)

Se largó como la concha de la lora, llegue a casa de pedo justo antes de que se largue posta, no es que me joda mojarme en la lluvia, pero tenía ganas de escribir sobre nada.

jueves, 15 de noviembre de 2007

cortito y al pie

menos mal, ayer termine de rendir parciales, ya no daba más. Se me quemó el paty, no me llegaba agua al radiador. Amanecí nublado. El último parcial era de metáforas ¿Se nota?

miércoles, 7 de noviembre de 2007

El Huesped (intro)

Este es un cuento de terror. De esos que de chico uno se hace el poderoso y lo lee solo, de noche y despues de haber terminado se arrepiente.
Bwahahahaha

El Huesped

Disfrazó el sonido del teléfono dentro de sus sueños hasta que no pudo hacerlo mas. El precioso mundo onírico se desvanecía. Hizo una fuerza sobrehumana para quedarse, pero era imposible.
Alicia tanteó en la oscuridad hasta reconocer la forma del aparato telefónico, levantó el auricular y murmuró: - ….…hhhola-
Nadie respondió.
Ya más conciente de sus acciones abrió los ojos y dijo- HOLA- con un tono mas firme.
Se molestó bastante cuando no tuvo respuesta Muy cansada colgó el teléfono y se acomodó en la camacon la idea de seguir durmiendo.
Con la cabeza en la almohada se dejó llevar por sus pensamientos. Se encontró navegando entre mundos. Mitad despierta, mitad dormida…pero algo volvía a sacarla del ensueño. Su calma volvía a ser interrumpida. Saltó en la cama, asustada por el timbre del teléfono que volvía a sonar. Decidida, levantó el auricular y con voz firme dijo: - Hola, ¿Quién és?-
Esta vez tampoco sus palabras fueron respondidas.
Esperó unos segundos mas y cortó.
Volvió a acostarse, sabiendo que esta vez le costaría mucho dormirse, Antes tenía que serenarse un poco. Dio vueltas sobre si misma durante unos minutos hasta convencerse de que no se dormiría tan facilmente. Corrió las sabanas y se sentó en el borde de la cama. Permaneció así un momento mientras decidía que hacer. En la total oscuridad, y sin cambiar de posición, buscó mecanicamente en su mesa de luz. Intentó prender el velador.
-Click-.
No encendió. Probó de nuevo. Nada cambió.
Tanteando buscó su camisón y se lo puso de memoria. Caminó hasta la entrada del cuarto y apretó el interruptor. Las luces de la pieza tampoco funcionaban.
Abrió la puerta de la habitación, estaba tan sumida en el sopor que ni siquiera pudo disfrutar del espectáculo de luces y sombras que brindaban las copas de los arboles a través del ventanal en el fondo del pasillo. La luz de la luna, apenas visible entre las nubes, se escurría a través de las hojas de los arboles. Gracias al movimiento de las ramas parecía que, al proyectarse la luz, todo el pasillo estaba en movimiento. Era un espectáculo que Alicia prefirió dejar de lado. Ese lugar de la casa nunca le había gustado del todo y prefería evitarlo.
Recién cuando hubo llegado a la sala de estar se dió cuenta de lo espesa que era la noche. Muy despacio comenzó a caminar tanteado con los pies y manos antes de dar un solo paso, descubriendo la ubicación de los muebles en vez de chocárselos. Utilizando la memoria logró evitar la mayoría de ellos sin problema, pero aún así no pudo sacarse de encima esa sensación de inseguridad latente
¿…y si hay algo fuera de lugar…? Tardó unos minutos hasta llegar a la cocina, donde buscó el interruptor solo para comprobar que no había energía en toda la casa. Entonces fué a la heladera y abrió la puerta. De su interior sacó una botella de vidrio, con sus dedos sintió el contorno de la botella y las figuras allí labradas. Comenzó a tomar.
El teléfono volvió a sonar y Alicia, sobresaltada, soltó la botella. En esa milésima de segundo pensó que la botella se estrellaría, pero el sonido dijo lo contrario. El timbre del teléfono volvió a sonar, y la encontró dudando entre atender o levantar la botella caída. Se agacho y encontró la botella antes de lo pensaba, estaba a milímetros de sus pies. Estaba de pie y no se había volcado nada.
El teléfono volvió a sonar.
Agarró la botella de vidrio aún fría. Un escalofrio recorrió su frágil cuerpo. Tenía la sensación de que había alguien mas en la habitación. No, eso era una fantasía. Una idea y nada más.
El teléfono volvió a sonar.
Finalmente dejó la botella en la heladera y se encontró levantando el auricular del teléfono, no recordaba haber llegado de la cocina a la sala de estar. Algo confundida puso el auricular sobre su oído otra vez. No dijo nada, solo escuchó.
Alicia palideció..
Escucho por menos de un segundo y colgó velozmente. No podía poner en palabras lo que había escuchadpo. Caos puro. Una mezcla de ruidos que no eran humanos, gritos. El ruido del metal retorciéndose. Carne Roída. Caos puro.
Estaba paralizada. En la oscuridad solo escuchaba los latidos de su corazón, pero en su mente seguía viendo las imágenes que le llegaron por la línea telefónica. No se detenían, estaba atrapada en el presente. Temblorosa dió un paso hacia atrás casi por instinto, queriendo alejarse lo antes posible del aparato. Dió otro, y con las manos se tomó la cabeza intentando apagar esas imágenes. Dio uno mas y se golpeo la pierna contra un mueble. Perdió el equilibrio y sintió que empezaba a caer.
Pero no, estaba de pie.
El teléfono volvió a sonar. Ella, histérica ya, se abalanzó apretando los dientes, gritando para darse coraje. Tomó el aparato y tiró hasta dejarlo en silencio. Desconectado lo lanzó al piso. El teléfono dió unos tumbos antes de perderse en el silencio nocturno.
En la oscuridad absoluta, Alicia observó fijamente hacia donde había caído el aparato. Respiraba fuerte, con los nervios alterados. Permaneció así hasta que sus ojos se aclimataron un poco a la oscuridad. El telefono yacía deshecho contra la pared. Una voz surgió desde esa ruina. Una voz rasposa y anestesiada que la llamaba por su nombre –Estamos llegando...-
Alicia no pensó. Inmediatamente comenzó a correr sin rumbo por las habitaciones oscuras. No importaba donde. Solo importaba alejarse. Chocaba contra los muebles pero no le importaba. Alicia solo quería escapar. Debía huir de su propia casa.
Continuó recorriendo habitación en habitación. La casa parecía no tener fin. Se sentía perseguida. Casi podía escuchar como un par de pies invisibles se le acercaban mas y mas. Como le cortaban el paso. Confundida, mareada, no quería reconocer que estaba perdida en su propia casa. En realidad sabía en que parte estaba, pero no quería admitirlo. Estaba otra vez junto al telefono.
Las lagrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Deseaba estar soñando. Pero desear no cambiaría nada y lo sabía.
El teléfono, aunque desconectado, volvió a sonar.
Rendida, Alicia se apoyó contra una pared, y se dejó caer llorando. Estaba perdida, vencida. Quería que todo terminase pronto.
El teléfono dejó de sonar, pero ella no intentó volver a moverse.
Permanecía en su posición, llorando. El miedo la paralizaba, porque sentía como una mano invisible le acariciaba el pelo.
El teléfono volvió a sonar…

lunes, 5 de noviembre de 2007

Amaneceres disimulados

Cosas parecen cambiar. Ojalá que así sea. Siempre los cambios son buenos. pocos se los bancan como son, espero ser parte de la minoría. Algo se está cocinando. Muchas cosas a la vez.
Hahahaha