Si, lo sé, me gusta la mala literatura. No puedo evitarlo, me crié leyendo cuentos de terror y es mi deseo devolverle al plano del arte la felicidad que tiempo atrás recibí. Alta o baja, de calidad o de última, el arte es arte si está hecho desde el corazón y no desde la billetera... Por eso este cuento lo regalo, como todos los otros.
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