Dos personas sentadas frente a frente en una mesa, una
habla:
-Hoy nací. Puede parecer difícil de explicar, o de entender.
Hoy nací, en otro lugar del mundo, lo que ve usted ahora no soy la persona que
nace, vengo de otro tiempo, de otros tiempos. Se podría decir que vengo del
futuro, pero a esta altura eso sería simplificar demasiado las cosas… Le
explico, siempre tuve sueños muy vívidos, desde que tengo memoria. ¿Le pasó
alguna vez soñar algo que pareciese tan real que al despertar no dudaba de que
haya sido solo un sueño? Toda mi vida fue así. Dentro de unos años, un grupo de
científicos va a sintetizar una droga capaz de inducir sueños lúcidos. Estaban
financiados por una empresa farmacéutica que terminó quebrando por otros
motivos que no vienen al caso mencionar, juicios por ocultar información para
mantener una ventaja económica a costa de no fabricar curas a algunas
enfermedades y seguir vendiendo tratamientos paliativos mucho mas redituables.
En fin, la fórmula del sueño lúcido pasó de mano en mano por un tiempo, las
patentes se volvieron complicadas de rastrear y su fabricación se volvió un
problema legal. Poco tiempo después, variantes de esa sustancia aparecieron en
el mercado negro. Se lo llamó de muchas maneras: “Vitrola, Tecito de Admunsen, LuDri,
H9000…”. Cuando la probé mi vida cambió por completo, no solo mis sueños eran
mas lúcidos, y podía elegir donde ir y que hacer, al despertar descubrí que lo
que soñaba afectaba la realidad.
Cambié el pasado y viví muchos futuros diferentes, y todo me
llevó aquí, ahora, en frente de usted…-
La otra persona tomó el arma que estaba oculta bajo la mesa
y le disparó sin mediar palabra.
-Yo también probé el tecito de Admunsen; yo también tenía
sueños vívidos antes; yo también vi el pasado y viajé al futuro muchas veces, y
pude ver como tus planes afectaban mi destino, ahora sin tu influencia, ya nada
puede detenerme.-