Nos mandaron a la 5ta división, la de los cobardes. A nadie
le gustaba estar ahí, pero, secretamente, a cada uno de nosotros, ese
desprestigio nos daba cierta seguridad. Nadie esperaba nada de nosotros y nos
confortaba saberlo.
En el primer combate que tuvimos, Ronnie cargó contra los
enemigos, pero nadie lo siguió. Simplemente nos quedamos quietos, en silencio,
viendo como caía, la mirada de desesperación que tenía en sus últimos momentos,
al saberse solo y abandonado quedó grabado en mí. Creo que en todos, pero nunca
hablamos del tema. Optamos por el silencio, cómplice, de los que no hacen nada
y no tienen el valor para arrepentirse.
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