(...)La vida moderna vende que el dolor y el sufrimiento es malo, y que estar dormido y anestesiado es bueno. De ahí a la busqueda masoquista de la sensación de estar "vivo" hay un solo, y rebelde, paso.
Mas que dormir, preferimos despertar, sea dulcemente o con un pelliscón doloroso. Pero buscamos ser concientes de que estamos vivos, cueste lo que cueste. Incluso a costa de nosotros mismos.
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