Hace calor, treinta grados a la sombra, al mediodía la temperatura sube inclusive más. Estoy varado en esta ciudad, varado en el verano. mucha gente que conozco se fue (o se va, o se está por ir) de viaje. Vacacionar a algún lado no es una opción que pueda barajar por ahora. Estoy a cargo de cuidar la casa de un amigo que si pudo irse, donde tengo la responsabilidad de regar sus plantas. Puf, ¡cuanta presión!
De mas está decir que si mis deseos se cumplen, me vería teletrasportado a algún lugar remoto. posiblemente al pie de una montaña majestuosa, rodeada por bosques y ríos. Puedo estar solo o acompañado. puedo dedicarme a conocer gente o a permanecer solitario. Pero lo único que me importaría es escuhar, el vento, el sonido de la naturaleza. Escuchar el silencio. En la ciudad no hay silencio, siempre se escucha algo.
Como si fantasear fuese un delito un colectivo toca bocina en la calle, perros ladran y se rebelan frente a su paseador. Una pila de apuntes me mira desde el escritorio, recordándome que debo preparar un examen. Con calor, fantaseando con explorar tierras lejanas, y sin ganas. Tengo una responsabilidad, di mi palabra. Espero que una ducha me refresque.
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