Nihilista, anarquista, budista,
taoista. Todas estas cosas he dicho que soy. Comunista, vago, fascista, autoritario,
imbécil. Todas estas cosas, y otras tantas, han dicho que soy.
¿Que soy? Soy Alejandro, un
gusto, encantado. La mayoría de estas palabras tienen en común que son
consideradas ideologías ¿Puede definirme una ideología cómo persona? ¿Soy mejor
o peor en esencia por decir que soy x o y? Según la Real Academía Española de la
lengua, la ideología es: “1. f. Doctrina filosófica centrada en el estudio del origen de las
ideas. 2. f. Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de
una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o
político, etc.”Dejando de lado la primer acepción del término, la segunda es
bastante descriptiva, un conjunto de ideas que define el pensamiento de un
individuo o grupo en un contexto determinado. Y este es el aspecto que
considero sumamente importante para la cuestión: el contexto. Es ingenuo creer
que vivimos una vida estática. Vamos, venimos, nos movemos, interactuamos con
nuestro entorno y nuestros pares. La mayoría de las veces nuestras creencias
nos sirven de filtro, o una suerte de guía, para comprender lo que nos pasa
diariamente. Pero ese filtro muchas veces nos pone de manifiesto que existe una
contradicción entre lo que pensamos consideramos “como deberían ser las cosas” y
lo que tenemos delante de nuestros ojos.
Muchos eligen mantener su
estructura de pensamientos y creencias aún a costa de negar los hechos. Esto es
duro y difícil de aceptar, pero es lo que ocurre en la amplísima mayoría de los
casos. La percepción individual no es otra cosa que subjetiva, y los actos de
cada individuo es algo mas cercano a la objetividad, ya que son volcados sobre
el mundo y recibido por infinitas subjetividades cuya manera de percibir
nuestros actos está por fuera del alcance de uno. La personalidad es entre otras
cosas la cristalización de nuestras experiencias y nuestras creencias, algo
aprendido que por alguna razón aceptamos como natural e indiscutible. La autocrítica
ocupa aquí un lugar destructivo, casi apocalíptico para la propia personalidad.
Tener que ceder, es decir, aceptar que una creencia propia no es válida, no es
ya un acto de humildad sino un acto de suicidio para el Ego.
Lo peor de todo es que en esta
batalla de percepciones individuales somos incapaces de ver el daño que hacemos
a quines nos rodean, para cualquier ideología, los problemas del mundo se
solucionan si esa forma de pensar se volviese única, y en nuestro interior
aceptamos este dogma tácito con total fervor. Por eso nos peleamos entre
nosotros por ver quien tiene la razón en un duelo percepciones individuales. Por
eso también, en nombre de nuestra ideología (devenida razón de ser de nuestra
percepción de nosotros mismos) actuamos inclusive en contradicción con nuestras
ideas, pero en su nombre, y con el objetivo de defenderlas, esta contradicción
se vuelve menor. En el fondo lo único que queremos es tener razón, imponernos,
hacer lo que queremos o nos gusta. Y en lugar de mirar a nuestro alrededor
miramos dentro de nosotros, escuchamos solamente nuestros deseos, ambiciones,
nuestros caprichos y neurosis. El como nos vemos a nosotros mismos, el egoísmo
entendido como identidad, evita que escuchemos a los demás (que tienen el mismo
problema que nosotros), y mientras que seamos incapaces de dar el primer paso,
de ceder aparentemente a cambio de nada, aunque en realidad es a cambio de la
libertad. Solo dando el ejemplo se educa. No es un trabajo fácil, no creo en la
autoayuda ni en las soluciones mágicas. Creo en el esfuerzo y en que solamente
la constancia da resultados a largo plazo. Somos humanos, y por lo tanto
falibles, y con esto estoy diciendo que he cometido muchos errores en mi vida y
probablemente los siga cometiendo. Pero internamente, tengan la certeza de que
estoy atento, trabajando para poder vencer este ciclo de egoísmo y falsa
identidad. No puedo imponérselos, pero les pido que si me ven fuera de camino,
ciego a lo que a ustedes les resulta evidente, me lo recuerden. Prometo tener
los oídos abiertos a cualquier crítica constructiva, a cualquier comentario que
atente contra mi estructura ideológica, porque mis creencias no son mi Yo. Somos
mucho más que eso.